miércoles, 24 de febrero de 2010

El lenguaje de los textos jurídicos y administrativos.

Se trata de un uso especializado del lenguaje correspondiente al mundo del Derecho y de la Administración. Es, por tanto, un nuevo lenguaje profesional, restringido a determinados ámbitos, si bien son muchos los términos que han trascendido y se han hecho de dominio común, por ejemplo: fallo, sentencia judicial, procesamiento, testador, certificado…, lo cual es lógico si consideramos que se trata de algo que atañe a nuestra vida diaria.
Como rasgos generales podemos destacar los siguientes:
a) Es un lenguaje conservador, que ha evolucionado muy poco a lo largo del tiempo y tiende a emplear expresiones y esquemas lingüísticos fijados hace mucho tiempo. De ahí la gran cantidad de arcaísmos y latinismos que contiene.
b) Este hecho le otorga un carácter formulario, de lengua esquematizada, convencional, hecha a base de “clichés”, bastante rígida y con poco espacio para el desarrollo del estilo personal.
c) Se busca la precisión y la claridad, pero, si bien los términos son también aquí precisos y monosémicos, el propio desarrollo de los textos provoca a menudo ambigüedad y confusión.
d) Lo anterior se debe a que, al menos en textos como los jurídicos y los contractuales, se hace necesaria la cita explícita de todos los supuestos y circunstancias, lo que les otorga un talante farragoso, confuso y, para los profanos, a menudo ininteligible.
e) Por su propia naturaleza, dada la universalidad de los conceptos que encierra, ha de ser un lenguaje objetivo.
f) Los textos no son uniformes, puesto que el Mundo del Derecho y el de la Administración se dividen en muchas ramas. Así, a modo de escueto resumen, podemos clasificarlos en:
- Textos legislativos: Reales Decretos, resoluciones del Consejo de Ministros, Órdenes Ministeriales, resoluciones de otros órganos inferiores, disposiciones administrativas, etc.
- Escritos procesales, pertenecientes al ámbito de la Administración de Justicia: Auto, Suplicatorio, Requerimiento, Emplazamiento, Sentencia, Acta, Ejecutoria, Recurso, Apelación, Exhorto, Demanda, etc.
- Escritos Administrativos, que regulan las relaciones entre los particulares y la Administración Pública u otras administraciones: escritos de solicitud como la Instancia, certificado, currículos, impresos de matriculación, declaración de impuestos, etc.
- Escritos notariales y contractuales. Regulan las relaciones entre particulares. Se incluyen aquí los contratos de cualquier tipo: de compraventa, de arrendamiento, etc., testamentos, documentos de cesión, contratos de servicios diversos (energía eléctrica, suministro de agua, etc.).
g) Cada uno de estos escritos responde a un esquematismo, a un modelo de confección que los convierte en escritos “prefabricados”, es decir, en textos con una tipología muy definida y en los que sólo es preciso incluir los datos y circunstancias particulares de cada caso. Así, una instancia suele tener este esquema:
. Encabezamiento, con la mediación del destinatario y la presentación del solicitante.
. Exposición, donde se enumeran los hechos y los argumentos en que se basan.
. Solicitud o súplica, donde se concreta la petición que motiva el escrito.
. Despedida formulatoria.

Rasgos Gramaticales.

Dentro del sintagma nominal, encontramos como rasgos destacables:
- Abundancia de sustantivos abstractos, necesarios para nombrar los distintos conceptos jurídicos: justicia, libertad, autoridad, etc.
- Artículos con valor generalizador, que otorgan carácter universal a los nombres que preceden, lo que está en relación con la objetividad y generalización de las leyes. Así, cuando se habla de el juez, el fiscal, etc., se refieren a cualquier juez o fiscal.
- Los adjetivos son especificativos: sirven sólo para atribuir cualidades objetivas a los nombres.
En cuanto al uso de las formas verbales, también está condicionado por la pretensión de objetividad y generalización. Por ello encontramos:
- Dominio absoluto de la tercera persona.
- Futuro con valor imperativo, por ejemplo: Los herederos se personaran ante el notario. En la misma línea está la presencia de perífrasis obligativas, por ejemplo: Los encausados deberán comparecer ante el juez una vez por semana.
- Se utiliza el futuro de subjuntivo (en el ámbito lingüístico, es un arcaísmo. Pero se utiliza regularmente en textos de este tipo), por ejemplo: “Si así se dispusiere...”
- Empleo del gerundio (aunque en lingüística no se considera correcto, puesto que en este tipo de textos se abusa mucho. Pero así está impuesto en este lenguaje), que incluso aparece lexicalizado en escritos como las sentencias judiciales, por ejemplo: los resultantes y considerandos.
Construcción oracional:
- Los periodos oracionales suelen ser largos y complejos, con una sintaxis intrincada, en ese intento aludido de explicitar todos los matices.
- El mismo propósito persigue la abundancia de enumeraciones.
- La objetividad impone la presencia de construcciones impersonales y pasivas reflejas, por ejemplo: No se entiende sujeto a esta ley.
- Coordinación adversativa, para restringir y matizar conceptos más amplios.
- Presencia de subordinadas mediatizadoras, a fin de señalar condiciones, causas, consecuencias, etc.

Fórmulas fraseológicas y léxicas.

El carácter formulario y conservador del lenguaje jurídico se manifiesta sobre todo en el léxico y la fraseología, que tienden a permanecer inalterados a lo largo del tiempo, en correlación con la pervivencia de los propios conceptos. Por eso encontramos:
- Un vocabulario muy amplio y rico, especializado y lleno de matices diferenciadores entre términos que en la lengua común se consideran sinónimos, por ejemplo: no es lo mismo propiedad que posesión, contrato que convenio.
- Multitud de arcaísmos y latinismos, herencia del Derecho Romano, por ejemplo: abintestato, enfiteusis, cohecho, antícresis, posliminio, fideicomiso…
- Máximas y aforismos latinos con carácter sentencioso: In dubio, pro reo (En la duda, a favor del reo); Excusatio non petita, accusatio manifiesta (La excusa no pedida es una acusación manifiesta), Consuetudo est optima legum interpres (La costumbre es la mejor intérprete de las leyes); Plus actum quam scriptum valet (Tiene más valor lo hecho que lo escrito); Qui accusare volunt probationes habere debent (Quienes quieran hacer una acusación, deben tener pruebas); Nemine licet ignorare ius (A nadie le está permitido ignorar la ley); Obligat lex simul atque promulgata est (La ley es obligatoria desde el instante en que es promulgada).
- Fórmulas de tratamiento en relación con el rango de la persona aludida, por ejemplo: Ilustrísimo Señor, Excelentísimo Señor.
- Abundantes fórmulas y frases hechas que se han conservado a lo largo del tiempo, por ejemplo: Debo declarar y declaro; Lo pronuncio, mando y firmo; Es gracia que no duda en alcanzar el recto proceder de V.I. No obstante, existe en la actualidad una tendencia a la simplificación de este retoricismo, sobre todo en los escritos administrativos.

martes, 23 de febrero de 2010

El lenguaje de los textos técnicos y científicos

Se denomina lenguaje técnico y científico al uso que se hace de la lengua en los ámbitos profesionales relacionados con la ciencia y con la técnica.
Su existencia responde a las exigencias terminológicas propias de cada disciplina, por lo que, dado que se basa esencialmente en el vocabulario, habría que hablar de “lenguajes científicos”. No obstante, se dan una serie de características comunes, tanto en lo que se refiere a la creación léxica, como a los usos gramaticales y semánticos.
Desde el punto de vista estrictamente lingüístico, no se puede decir que existan diferencias entre el lenguaje de la ciencia y el de la técnica. Si algo los distingue es la orientación del discurso, teórico descriptivo el primero y encaminado a la práctica el segundo.
Como rasgos generales que nos permitan una caracterización global, podemos destacar los siguientes:
a) Es un lenguaje profesional, perteneciente al nivel culto y propio de un grupo restringido de usuarios que lo emplean en el desarrollo de su actividad.
b) Tiende a la universalidad. Dado que los conceptos, actividades, instrumentos, etc. del mundo de la ciencia son universales, la terminología que se crea convencionalmente se pretende que también lo sea. Es fácil constatar la mayor parte de los tecnicismos en los distintos idiomas, salvando las diferencias de pronunciación y grafía propia de cada uno.
c) Es inestable e innovador. La ciencia avanza continuamente, lo que hace necesario renovar y ampliar la terminología. Muchos de los términos que hoy manejamos con normalidad (el mundo de la informática, por ejemplo) no existían hace pocos años.
d) Precisión y univocidad. La ambigüedad propia de la lengua común no sirve para manifestar los conceptos científicos. De ahí que los términos propios de esta parcela lingüística hayan de ser precisos y monosémicos, a fin de evitar toda confusión posible.
e) Objetividad. La información que transmite no se basa en impresiones personales y subjetivas, sino que es producto de una experiencia que permite llegar a conclusiones y verdades generales, válidas para todos.
f) Verificabilidad. La propia objetividad trae como consecuencia la posibilidad de comprobación, es decir, los postulados científicos han de ser demostrables por estar demostrados desde su formulación.
g) Los anteriores rasgos llevan consigo que sea un lenguaje plenamente denotativo, encaminado exclusivamente a transmitir una información, unos conocimientos, por lo que es difícil hallar en él indicios de otras funciones, como la emotiva o la poética.
h) Formalización de códigos propios de cada disciplina. Hay ciencias que necesitan sistemas de signos propios, y los crean con nuevos símbolos o tomándolos de otros sistemas y otorgándoles un nuevo valor. Ahí están, como ejemplo, el sistema gráfico de la aritmética (los universales números), la formulación química, las taxonomías de las ciencias naturales, etc.
Vocabulario científico. Su creación.
Se trata de un léxico especializado, de difícil acceso a los profanos en una determinada materia. Sin embargo, existe un proceso de ósmosis entre el lenguaje científico y el común que hace que muchos tecnicismos pasen a ser de dominio general. Esto es perceptible sobre todo en las ciencias que están más en contacto con la gente, caso por ejemplo de la medicina y la farmacología. Las mismas enfermedades nos enseñan el significado de términos como catéter, bisturí, fonendoscopio, antibiótico, analgésico…
Los textos científicos tampoco tienen en todos los casos el mismo grado de especialización. Hay tratados y monografías que sólo están al alcance de los especialistas, y escritos divulgativos, con finalidad didáctica, más asequibles a los no iniciados. El vocabulario, lógicamente, es distinto en cada caso.
El término científico recibe el nombre de tecnicismo, que se puede definir como una palabra que designa un concepto, hecho o instrumento científico, que está dotada de la precisión semántica y que es conocida y empleada por los especialistas.
La creación de tecnicismos es constante, en relación con el mencionado carácter innovador del lenguaje de la ciencia. Los mecanismos para ello son muchos y variados. Hay dos grandes grupos:
a) Palabras tomadas de otras lenguas.
Helenismos, palabras formadas a base de vocablos griegos, por ejemplo: cronómetro, microscopio, cefalópodo, etc.
Latinismos, cultismos tomados directamente del latín, por ejemplo: virus, célula, óvulo, etc.
La abundancia de unos y otros obedece tanto a la universalidad que proporciona su carácter de lenguas clásicas, como la hecho de que encierran en sí el germen de todos los conocimientos científicos actuales.
Pueden formarse híbridos de helenismos y latinismos como tele-visión, termo-nuclear, tri-ciclo, etc.
Préstamos de lenguas actuales, sobre todo del inglés, dado el enorme desarrollo científico de los países de lengua anglosajona, como por ejemplo: robot, marketing, software, compact, fax, modem, walkman, etc.
b) Creación de tecnicismos dentro de la propia lengua.
El más sencillo consiste en tomar términos de la lengua común a los que, en el entorno de una determinada ciencia, se los especializa y dota de univocidad semántica. Así, en el mundo de la microelectrónica existen islas de silicio y electrodos a los que se les llama puerta. En las matemáticas hay límites, derivadas e integrales, palabras que tienen otros significados fuera de ese ámbito.
La derivación, es decir, la adición de prefijos o sufijos a un lexema, como por ejemplo: bi-óxido, clor-uro, carbon-ato, semi-plano, etan-ol, etc.
La composición, sobre todo en formas de lexías complejas, por ejemplo: energía eléctrica, sulfuro de mercurio, campo magnético, etc.
La acronimia. Las siglas no podían estar ausentes de la terminología científica, por ejemplo: ADN, ARN, ATS, FM. Algunas proceden de otras lenguas, como por ejemplo: HF (High Frecuency), PC (Personal Computer), etc.
Se emplea también una variedad de la metonimia consistente en crear el nombre de algo partiendo del de su creador o descubridor, por ejemplo: culombio (de Coulomb), mendelevio (de Mendeléiev), julio (de Julios L. Meyer), ohmio (de Ohm), voltio (de Volta), watio (de Wat).

Exigencias gramaticales de la exposición científica.

Como rasgos lingüísticos podemos citar tres:
Claridad. La exposición ha de ser lo suficientemente clara como para evitar toda ambigüedad y conseguir llegar nítidamente al lector, más aún teniendo en cuenta la dificultad intrínseca de los contenidos científicos.
Corrección. Frente al tradicional “descuido” de numerosos científicos al escribir, es preciso respetar las normas del idioma. No olvidemos que se trata de un lenguaje culto, aparte de que es algo necesario en pro de la misma claridad.
Rigor expositivo. La exposición científica exige rigor y orden lógico en la explicación de los conceptos y en el desarrollo de los procesos.
En cuanto a los rasgos gramaticales concretos, podemos citar los que siguen.
Dentro del sintagma nominal:
- Abundancia de sustantivos concretos, sobre todo en el campo de las ciencias naturales, que trabajan con la materia. Sin embargo, tampoco faltan los abstractos para nombrar conceptos y procesos.
- Artículos con carácter generalizador. Cuando se habla, por ejemplo, de la apendicitis o el infarto de miocardio, el referente es la enfermedad misma, no un caso concreto de ella, a no ser que se especifique.
- Adjetivos especificativos. Suelen aparecer pospuestos y con carácter restrictivo. El adjetivo no se emplea aquí con carácter enfático o valorativo, sino como elemento distintivo, como por ejemplo: piedra caliza, cálculo infinitesimal, aguja hipodérmica, etc. A él pueden añadirse numerosos complementos preposicionales y subordinadas adjetivas.
En el sintagma verbal:
- Abundancia de presentes generales, descriptivos y habituales, puesto que se alude a hechos que son y se producen de manera continuada.
- Aparición en los textos del plural sociativo, como signo de generalización, por ejemplo: Consideremos ahora…
- Perífrasis modales para plantear la posibilidad o la obligatoriedad de los hechos, por ejemplo: En estas condiciones puede producirse…; Si sus características son éstas, tiene que ser…
En cuanto a las construcciones oracionales:
- Tendencia al orden lógico de los elementos de la oración: sujeto + verbo + complementos.
- Abundancia de impersonales y pasivas reflejas, en función de la objetividad y generalización de los hechos, por ejemplo: El análisis de los tejidos se realizó…
- Oraciones atributivas para las definiciones, por ejemplo: El gato es un mamífero carnívoro de la familia de los félidos.
- Subordinadas adverbiales mediatizadoras, para el planteamiento de hipótesis, causas, consecuencias, finalidades, etc.
Ordenación del contenido en el discurso científico.
La exposición científica ha de estar sometida al rigor y jerarquización en la distribución de los contenidos. Sin pretender afirmar que exista un modelo único en su desarrollo, incluimos a continuación un esquema que podría considerarse la síntesis de una forma de hacerlo.
1. Título: adecuado al tema tratado.
2. Introducción.
a. Planteamiento del tema.
b. Antecedentes, estudios y opiniones en la historia de la ciencia.
c. Visión y opiniones actuales.
3. Desarrollo del tema.
a. Enfoque, punto de vista.
b. Delimitación del campo de actuación.
c. Exposición de la tesis o teoría.
d. Argumentación y demostración.
e. Refutación de opiniones contrarias.
4. Conclusiones.

jueves, 18 de febrero de 2010

El ensayo y sus características lingüísticas

El ensayo.
El ensayo es un género literario que surge ya en la antigüedad con propósito analítico, didáctico o argumentativo. La filosofía, la ciencia, la historia…todas las disciplinas del saber se han desarrollado a través de los siglos por el trabajo de quienes se han dedicado a su estudio y han escrito sus reflexiones y avances en ensayos más o menos personales. Podríamos decir que el ensayo es la literatura del conocimiento porque su base son las ideas y su análisis o discusión.
A pesar de ser un género muy abierto, que aborda todo tipo de temas, presenta una serie de características que lo distinguen del tratado filosófico o científico:
-Subjetividad. El autor de un ensayo defiende de forma apasionada su punto de vista sobre alguna cuestión polémica, procurando persuadir al lector tanto con argumentos razonables como con el despliegue de su ingenio.
- Complicidad. El tono propio de un ensayo es informal: el autor se dirige al lector como si fuera un amigo con el que quiere compartir sus pensamientos.
- Improvisación. El nombre del género alude a la libertad con la que el autor va encadenando sus pensamientos, sin ceñirse a ningún esquema rígido. Son muy comunes las digresiones (exposiciones que se apartan del tema principal).
- Brevedad. Dado que el ensayo no pretende explorar exhaustivamente todos los aspectos del problema que aborda, finaliza cuando el autor ha expuesto su toma de postura y los argumentos que la sustentan
Aunque el ensayo pretende convencer, es también una obra artística: es posible disfrutar de un buen ensayo aunque se esté en total desacuerdo con las tesis que defiende.
Características lingüísticas del ensayo.
Las características más notables del ensayo son: a) el empleo frecuente de vocabulario abstracto; b) la exposición y la argumentación como modos del discurso dominante, sometidos sin embargo, al imperativo de la claridad impuesto por la finalidad de divulgación inherente en el ensayo; y c) la aparición de los artificios literarios como recursos expresivos de la subjetividad del autor.
Se trata de un tipo de texto muy claramente estructurado y cohesionado, con el propósito de que el lector siga sin problemas el hilo de la exposición y capte los argumentos que apoyan las conclusiones del autor.
Se suele recurrir a tecnicismos de la disciplina sobre la que se habla y a un estilo culto, de sintaxis compleja, que permite profundizar en cuestiones difíciles y enrevesadas. Se busca siempre dar impresión de objetividad para conseguir el asentimiento del lector a las tesis planteadas, si bien el ensayo siempre tiene un componente de subjetividad, lo que le diferencia este tipo de texto del texto científico, siempre objetivo y sin elementos de opinión.
Rasgos fónicos.
Predomina la entonación enunciativa, aunque no falten ejemplos de la modalidad interrogativa o imperativa como recurso de estilo con finalidad didáctica y persuasiva.
Características morfológicas.
Sintagma nominal.
-Uso de sintagmas nominales con un valor de esencialidad, bien con sustantivos abstractos, bien con la omisión del determinante, por ejemplo:
“Cárcel suena bien a la hora de…”
-Uso de adjetivos calificativos tanto valorativos como descriptivos.

Sintagma verbal.
- Predomina el modo indicativo sobre el subjuntivo, aunque este último puede aparecer dependiendo del grado de subjetividad existente en el texto, dando un valor irreal.
- El tiempo verbal más frecuente es el presente gnómico (acción que se desarrolla fuera del tiempo; se usa en sentencias, refranes, etc.), por su carácter intemporal y porque da a las afirmaciones un carácter de verdad universal.
- Los verbos suelen estar conjugados en tercera persona, siendo frecuente la forma impersonal. Las intervenciones del autor en primera persona del singular suelen ser escasas porque esto resta objetividad a la argumentación. Sin embargo, es frecuente el uso de la primera persona del plural (plural mayestático) con el fin de establecer una identificación escritor-lector, o bien para ocultar la posible presunción que establece el uso de la primera persona del singular.
Características sintácticas.
- Son frecuentes las oraciones complejas con proposiciones en función adjetiva, nominal o adverbial-circunstancial causal.
- Proliferan los grupos oracionales por subordinación comparativa y consecutiva (luego, conque, pues, así es que, etc.).
- En el empleo de los grupos oracionales por coordinación podemos hablar de la coordinación adversativa, utilizada para restringir o refutar diversas afirmaciones. Del mismo modo, el deseo de claridad conduce al empleo de partículas y expresiones con valor explicativo, por ejemplo: es decir, esto es, etc.
Características léxico-semánticas.
Aparte de la abundancia de los sustantivos abstractos (como ya hemos mencionado anteriormente), abundan también los adjetivos y verbos con valor descriptivo. Adjetivos sustantivados precedidos del artículo lo, por ejemplo: lo universal.
Otra de las características es el juego polisémico del léxico. Toda palabra establece en el texto un juego de sentido. El contexto quita la ambigüedad, por ejemplo: “El amor es una locura que sólo la cura el cura, y cuando el cura la cura comete una gran locura”.
Prolifera en estos tipos de textos una terminología aparentemente sinonímica, por ejemplo: lengua-habla, competencia-actuación, etc.
El vocabulario está cargado de elementos valorativos mediante los que se transmite la ideología, por ejemplo: libertad, igualdad, etc.

martes, 16 de febrero de 2010

"Herramientas" para comentar un texto literario.


Textos en verso (poéticos).

Métrica y algunos tipos de estrofas.

Hechos que afectan al cómputo silábico:

Sinalefa (si una palabra acaba en vocal o vocales y la siguiente empieza en vocal o vocales se unen contándose una sílaba menos de las que tiene fonológicamente); sinéresis(se produce cuando en el interior de la palabra se unen en una sola sílaba dos vocales que habitualmente no forman diptongo); diéresis (se produce al separarse dos vocales que forman diptongo , de donde resulta una sílaba métrica más de las sílabas fonológicas del verso); hiato (es contrario a la sinalefa, se produce cuando no se une en una sola sílaba la vocal final de una palabra y la inicial de otra por ser una de ellas acentuada. La cesura en un verso compuesto y la pronunciación enfática impiden la sinalefa y originan el hiato).
La posición de la última sílaba acentuada afecta también al cómputo de sílabas métricas de un verso: si la última sílaba con acento es la final del verso (verso oxítono) se cuenta una sílaba más de las que tiene en realidad; si la última sílaba con acento es la penúltima del verso (verso paroxítono) se cuentan las sílabas fonológicas del verso, es decir, tiene el mismo número de sílabas métricas que de sílabas fonológicas, si la última sílaba con acento es la antepenúltima del verso (verso proparoxítono) se cuenta una sílaba menos de las que tiene en realidad.

Tipos de versos por el número de sílabas:

-Versos simples de arte menor. Son aquellos que tienen entre dos (en español no hay versos monosilábicos porque al ser estos agudos se cuenta una sílaba métrica más, es decir, dos) y ocho sílabas.
-Versos simples de arte mayor. Son los que cuentan entre nueve y once sílabas inclusive.
-Versos compuestos de arte mayor. Éstos tienen más de doce sílabas, formados por dos versos simples separados por una cesura que los divide y que imposibilita la sinalefa. A cada uno de esos versos simples se les denomina hemistiquio. El verso compuesto de arte mayor más famoso es el alejandrino, 14 sílabas (7 – 7).

La pausa.
En el verso hay pausas por motivos fisiológicos (necesidad de respirar) y sintácticos. Las clases de pausa son: estrófica (al final de la estrofa); versal (al final de cada verso, tanto ésta como la anterior son obligatorias); pausa interna (en el interior del verso), da origen a versos pausados, los que la tienen, e impausados, los que no la tienen. No es obligatoria. La cesura es una pausa versal que divide el verso en dos hemistiquios iguales o desiguales. Se da en los versos compuestos. Impide la sinalefa como la pausa versal y estrófica. Las pausas son importantes porque son determinativas de la extensión, armonía y unidad del verso.

El encabalgamiento.
El encabalgamiento es un desajuste que se produce en la estrofa cuando una pausa versal no coincide con una pausa morfosintáctica. Es un desajuste entre el metro y la sintaxis que puede tener gran valor expresivo. Se denomina verso encabalgante el que continúa en le verso siguiente, que recibe el nombre de versos encabalgado.
Hay varios tipos de encabalgamiento: el versal, que coincide con la pausa final del verso simple; medial, que coincide con la cesura en el verso compuesto; léxico, en el que la pausa versal divide una palabra y es, por tanto, la parte de esta palabra dividida la que encabalga en el verso siguiente; sirremático, cuando la pausa versal divide a un sirrema: sustantivo-adjetivo, sustantivo-complemento determinativo, verbo-adverbio; oracional, la pausa versal se produce después del antecedente en oración adjetiva especificativa; abrupto, el verso encabalgante se detiene antes de la quinta sílaba, o más allá del verso encabalgado. El braquistiquio sirve para potenciar una palabra que se sitúa entre una pausa versal y una pausa interna. No supone encabalgamiento, pero puede producirse dentro del encabalgamiento abrupto. También puede estar situado a final de verso entre la pausa interna y la pausa versal.

Rimas según el timbre:
Por el timbre la rima puede ser consonante (identidad fonética de todos los sonidos, vocálicos y consonánticos, entre dos o más versos, a partir de la última vocal acentuada); asonante (identidad fonética de un sonido vocálico, entre dos o más versos, a partir de la última vocal acentuada).
Estrofa
Unidad menor que el poema y mayor que el verso.
Algunos tipos de estrofa son:
-Dos versos:
.Pareado: aa; AA; aA; Aa.
-Tres versos:
.Terceto: A-A.
.Terceto encadenado: ABA BCB CDC.
.Soleá: a-a (asonante).
-Cuatro versos:
.Cuarteto: ABBA. El cuarteto-lira, de 11 y 7 ,ej. ABaB.
.Serventesio: ABAB.
.Redondilla: abba.
.Cuarteta: abab.
.Cuaderna vía: AAAA (alejandrinos).
-Cinco versos:
.Lira: aBabB (versos heptasílabos y endecasílabos).
-Ocho versos:
.Octava real: ABABABCC.
-Diez versos:
.Décima espinela: abbaaccddc
Poema no estrófico.
Unidad rítmica superior a la estrofa, que no lleva ninguna.
Algunos de estos poemas no estróficos son:
-Romance: -a-a-a-a-a-a... (rima asonante. También los habrá con rima consonante).
-Silva: versos heptasílabos y endecasílabos dispuestos libremente, con rima consonante.
-Silva romanceada: versos heptasílabos y endecasílabos. Rima asonante en los pares, quedando los impares sueltos.
-Poema de versos sueltos: agrupación de versos sin rima.
-Poema de versos libres: ausencia de estrofa, de rima, de medida en los versos, ruptura sintáctica.
Poema estrófico.
Unidad rítmica superior a la estrofa, que lleva varias estrofas y a veces una.
Algunos de estos poemas estróficos son:
-Estribote o Zéjel: aa bbba aa.
-Soneto: ABBA, ABBA, CDC, DCD, también se emplean otras combinaciones en los tercetos: CDE, CDE; CDE, DCE, y puede formarse con serventesios ABAB, ABAB (pero no es frecuente).

Las figuras literarias.

Son elementos que nos encontramos en el lenguaje literario y que nos ayudan a diferenciarlo del no literario. Por un lado, tienden a que nos fijemos en la forma; aquí hablamos de figuras retóricas basadas en el sonido, figuras por adición de palabras, por omisión de palabras, por repetición y por analogía.

Figuras retóricas basadas en el sonido.

Aliteración. Repetición de uno o varios sonidos en un verso, estrofa, etc. Tiene efectos eufónicos o cacofonía, por ejemplo:
“En el silencio sólo se escuchaba un susurro de abejas que sonaba”
“Agarras garras de aves de raras razas…”
“El ala aleve del leve abanico”.
“Mi mamá me mima”. “Franco, fiero, fiel sin saña”
Onomatopeya. Consiste en imitar sonidos reales mediante procedimientos fonéticos de la lengua, por ejemplo:
Uco, uco, uco,
abejaruco.
Paranomasia. Semejanza fonética de palabras o de grupos de palabras, por ejemplo:
“Vendado que me has vendido”.
“Allí se vive porque se bebe” Semejanza fonética [b] /v/, /b/.
“El tálamo fue túmulo de la felicidad
su cuerpo de campaña galopa y golpea”.
Asonancia. Igualdad de los sonidos vocálicos desde la última sílaba acentuada.
Consonancia. Igualdad de los sonidos consonánticos desde la última vocal acentuada.

Figuras por adición de palabras.

Pleonasmo. Se añaden términos innecesarios para entender la idea. Tiene valor expresivo.
“Lo vi con mis propios ojos”.
Sinonimia. Acumulación de sinónimos para reiterar un concepto, por ejemplo:
“Era guapa, hermosa, agraciada, galana, apuesta…”
Epíteto. Adjetivo prescindible para la comprensión del texto. Le da expresividad al poema y se quiere resaltar al adjetivo por encima del sustantivo.
“La blanca nieve cubría su cabeza…”

# La presencia o ausencia de adjetivos en un texto, le puede dar a éste: concisión, sobriedad, objetividad, falta de valoración, rapidez de la acción, etc.

Figuras por repetición de palabras.

Anáfora. Repetición de una o más palabras al inicio de una frase, por ejemplo:
Antes de que…
Antes…
Epífora. Repetición de una o varias palabras al final de una frase, por ejemplo:
“Enfermo de amor,
Curado de amor…”
Retruécano. Se repite una palabra o una oración con inversión del orden de sus elementos, por ejemplo:
En este país no se escribe porque no se lee o no se lee porque no se escribe”.
Con estas tres figuras literarias se intenta dar al poema determinado efecto y también ritmo.
Hipérbaton: Inversión del orden lógico o del orden gramatical de las palabras. Se utiliza para realzar alguna palabra o concepto, como recurso intensificador de su contenido, así como para embellecer o dar elegancia a la frase. Por ejemplo:
Del monte en la ladera
por mi mano plantado tengo un huerto.

Paralelismo: repetición de la misma estructura sintáctica en dos o más periodos; puede llevar implícita la anáfora. Tiene la función de darle determinado ritmo al poema. Puede ser:
- Sinonímico: repite aproximadamente el mismo contenido.
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos.

- Antitético es decir, de contenidos opuestos.
"y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos".

- Sintético: desarrolla nuevos contenidos.
"Por lo visto es posible declararse hombre.
Por lo visto es posible decir No".


Polisíndeton. Repetición de conjunciones no estrictamente necesarias para darle lentitud o solemnidad al texto literario.

Figuras por omisión de palabras.

Asíndeton. Es la supresión de conjunciones en un texto. Se consigue mediante este procedimiento dar mayor rapidez al texto, viveza y sensación de agilidad.

Figuras por analogía.

Silepsis o dilogía. Utilización de palabras con doble sentido. Se sirve de palabras que se pronuncian igual o que se escriben de forma parecida, por ejemplo:
“Con dados se ganan condados”. Se daba sobre todo en el conceptismo y era una demostración de ingenio.

Calambur. Se trata de un juego de palabras. Al unir o conjugar sílabas, producen el efecto de palabras diferentes, por ejemplo:
“Oro parece plata no es”.

Figuras retóricas (o literarias) dentro del Plano Semántico. Tropos.

Sinécdoque. Tropo basado en las relaciones de contigüidad, de proximidad…Es un cambio semántico basado en la transferencia del significante por la contigüidad de los significados, fundamentada aquí en las relaciones entre el todo y sus partes. Las principales clases son:
- La parte por el todo: “mil cabezas de ganado”.
- El todo por la parte: “Brillan las lanzas” (el metal de las lanzas).
- La materia por la obra: “los bronces” (campanas).
- El continente por el contenido: “comió tres platos”.
- Singular por plural:”el perro es fiel”.
- Plural por singular: “los Dantes y Petrarcas”.
- El género por la especie: “animal veloz” (leopardo).
- La especie por el género: “ganar el pan” (alimentos).
- Lo abstracto por lo concreto: “el amor es egoísta”(los enamorados).
- Lo concreto por lo abstracto: “lo bueno se alaba” (la bondad es alabada).
- Antonomasia. Designa a un individuo famoso con un nombre común o al revés, por ejemplo: un Goya, el Fénix (Lope de Vega).
Metonimia. No es clara la distinción entre metonimia y sinécdoque, pues se asientan en los mismos fundamentos. La metonimia es una transferencia del significante por contigüidad de los significados. La metonimia se basa en las relaciones de causalidad o sucesión entre dos términos. Los distintos tipos de metonimia ayudarán a diferenciar metonimia y sinécdoque:
- La causa por el efecto: “vive de su trabajo”.
- El efecto por la causa: “respeto por las canas” (la vejez).
- El instrumento por quien lo maneja: “un famoso espada” (matador de toros).
- El lugar por el producto que procede de él: “tomó un oporto”.
- El autor por la obra: “leo a Calderón”.
- Lo físico por lo moral: “un hombre sin entrañas”.
- El signo por la cosa significada: “la cruz venció a la media luna” (cristianismo, islamismo).
Imagen. Es la representación de un objeto por medios sensibles. Es la expresión verbal dotada de poder representativo y que presta forma sensible a formas abstractas o relaciona diversos seres, objetos, fenómenos, etc. No todas las imágenes son metáforas, pero toda metáfora sí es imagen. La distinción entre imagen y metáfora se basa en que se mencionen expresamente los dos elementos entre los que se establece la relación (imagen), o sólo se mencione el elemento irreal con el que se establece la comparación y no el elemento real que se compara (metáfora). Por ejemplo:
“Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar…”
imagen metáfora
”Ríos” sería una imagen. Aparece el término real y el evocado (el irreal). Hay autores que también la llaman metáfora in praesentia o metáfora impura. “Mar” sería una metáfora pura.
Metáfora. Es una comparación más o menos común entre dos realidades. En la metáfora se establece una identidad entre los dos términos (el real y el evocado). No siempre es posible distinguir la comparación y la autonomía de los dos planos (real y evocado), y puede estar la relación o la similitud fuera del pensamiento lógico. Ejemplos de metáfora:
“…Su luna de pergamino
preciosa tocando viene...” Luna de pergamino → ‘pandereta’.
“La nieve cubre su cumbre cada día que pasa…” Nieve →’canas’. Cumbre → ‘pelo’.
Alegoría. Se produce una alegoría cuando todo el texto que leemos es una sucesión continuada de imágenes y metáforas.
Símbolo. Es una figura literaria que se compone de dos elementos: el sensorial y el intelectual. El elemento sensorial es la representación mental de un objeto (por ejemplo: la balanza), el elemento intelectual es la asociación y connotación que se da a un elemento sensible (por ejemplo: la balanza simboliza la justicia). El elemento sensorial y el elemento intelectivo, unidos, forman el símbolo. El símbolo está estrechamente ligado a la imagen, alegoría y metáfora, pero puede ir más allá que ellas por el carácter repetitivo del símbolo (por ejemplo: la cruz, símbolo del cristianismo.

Otras figuras retóricas basadas en el plano semántico:

Prosopografía. Descripción exterior de una persona o un animal.
Etopeya. Descripción de las cualidades espirituales, carácter, valores morales, de una persona.
Retrato. Prosopografía más etopeya.
Enumeración. Descripción ágil mediante sustantivos y adjetivos que produce una visión disgregada y analítica de la realidad, cuya síntesis ha de efectuar el lector en su mente. Puede darse el caso de la enumeración caótica, de gran expresividad y en la que los términos no tienen relación.
“…goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fue en tu edad dorada…”
Exclamación. Manifestación emotiva y sentimental de alegría, miedo, dolor, tristeza…etc. Va entre signos de exclamación y dota de expresividad al texto.
¡Ah, cuánta mentira hay en esos argumentos!
Interrogación retórica. Pregunta que no exige respuesta. Figura enfática que puede estar dotada de gran tensión emotiva, por ejemplo:
¿Hasta cuándo voy a seguir sufriendo?
Apóstrofe. Exclamación o pregunta dirigida, con vehemencia, a un ser animado o inanimado, real o imaginario, presente o ausente. Por ejemplo:
Di muerte, ¿do lo escondes y traspones? (‘atraviesas’)
Hipérbole. Exagerar los términos, aumentar o disminuir desproporcionadamente acciones, cualidades, etc. Por ejemplo:
“Sus lágrimas eran perlas que adornaban su…”
Homonimia: cuando varios significados han confluido en un solo significante.
Cuando estés recién muerto / aún con la tibia tibia.
Prosopopeya (o personificación). Otorgar cualidades de seres animados a seres inanimados, o cualidades humanas a seres animados o inanimados, por ejemplo:
“Prepara tu equipaje”, me dijo la muerte.
Símil o comparación. A diferencia de la metáfora, no funde el objeto ideal y el real, ni establece una identificación; sino que se mantiene expresa la comparación entre los dos términos. Compara un hecho real con otro imaginario que posee cualidades análogas. Le otorga expresividad al texto. Por ejemplo:
“Extraño como un pato en el Manzanares…”
Antítesis. Se trata de la oposición de dos ideas, pensamientos, expresiones o palabras contrarias, por ejemplo:
“Es tan corto el amor,
y tan largo el olvido”
Paradoja. Es la unión de dos ideas en apariencia irreconciliables. Opinión, verdadera o no, contraria a la opinión general, por ejemplo:
“Vivo sin vivir en mí, y en tan alta vida espero, que muero porque no muero…”
Lítote. Consiste en negar lo contrario de lo que se desea afirmar, por ejemplo:
“No te odio, no eres antipático”.
Gradación. Se produce cuando varios conceptos o palabras aparecen en escala ascendente o descendente, por ejemplo:
“En tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.”
Perífrasis. Se expresa con varias palabras lo que podría expresarse con unas pocas o con una.
“Dio su último suspiro” (‘murió’)
Alusión. Hace referencia a ideas, situaciones, personas, etc, no mencionadas explícitamente, sino sugeridas o evocadas.
“Era del año la estación florida
en que el mentido…”

Eufemismo. Rodeo para no emplear una palabra malsonante, grosera, tabú o que no se quiere mencionar. Por ejemplo:
“Le gustaba mucho visitar a las mujeres públicas…” (‘prostitutas’).
“…donde la espalda pierde su honesto nombre” (‘culo).’
Reticencia. Se deja una frase sin acabar porque se sobreentiende la idea con la intención de darle mayor énfasis. Se destaca más lo que se calla, que lo que se dice:
“Dime con quién andas…”
Ironía. Se da a entender lo contrario de lo que se dice. Se admite como veraz una proposición falsa con fines de burla. Cuando se convierte en cruel e hiriente recibe el nombre de sarcasmo. El sarcasmo siempre incluye burla.
“En este instituto se trata a todo el mundo por igual…” Ironía.
“La nariz de mi amigo es muy pequeña, no sé por qué la gente huye cuando va a estornudar” Sarcasmo.
Sinestesia. Mezcla de impresiones de sentidos diferentes. Se le añade a una palabra un sentido que no le corresponde para buscar sorprender al lector.
“Agria melancolía”, “una caricia rosa”, “el canto verde del canario”, etc.

Recursos morfosintácticos.

Estilo nominal/estilo verbal.

Estilo nominal. Si destaca el uso del nombre predomina el estatismo sobre el dinamismo, la frase suele ser más larga, el ritmo más lento. Relacionado con el nivel semántico, hay que destacar si en la significación de los nombres sobresalen claramente los concretos (preeminencia de la objetividad) o, por el contrario, existe una relativa abundancia de los abstractos (en este caso, el texto es fundamentalmente conceptual, lógico; o bien, predomina la subjetividad del hablante).
La presencia en un texto literario de la estructura sutantivo + sustantivo, dota a éste de mayor expresividad porque atribuye cualidades manteniendo la individualidad de los dos elementos, por ejemplo: “cara de plata”.
El sustantivo con sufijo diminutivo implica afectividad, desprecio, disminución real (o a veces rasgos dialectales de determinadas zonas).
El sustantivo con sufijo aumentativo tiene el valor de aumento, despectivo o irónico.
La enumeración de sustantivos, ya sea creciente o decreciente dota al texto de una visión analítica: la realidad como amontonamiento y sucesión de elementos individuales que el lector debe fundir en su mente, por ejemplo:
“En huesos, en polvo, en humo, en nada”.

Especial interés presenta el estudio del adjetivo. Es uno de los elementos embellecedores de la lengua literaria más importante, por lo que hay que prestarle el mayor interés: valora subjetivamente, clasifica, transforma la realidad, destaca una cualidad sobre las demás... Interesará básicamente el epíteto, es decir, el adjetivo con valor explicativo. Según su valor expresivo pueden ser propios o constantes, accidentales, metafóricos, sugestivos, dinámicos, estáticos... Su anteposición al nombre subraya su calidad significativa. Un caso especial es la sinestesia, que aporta una cualidad que el nombre no admite objetivamente.
La presencia o ausencia de adjetivos condiciona un texto. La falta de adjetivos supone concisión, sobriedad, objetividad, falta de valoración y rapidez de la acción. La presencia de adjetivos es todo lo contrario: imprecisión y extensión, ornamentación, valoración (=subjetividad) y lentitud.

“La ciudad despierta. Las desiguales líneas de las fachadas fronterizas a Oriente resaltan al sol en vívida blancura. Las voces de los gallos amenguan. Arriba, en el santuario, una campana tañe con dilatadas vibraciones. Abajo, en la ciudad, las notas argentinas de las campanas vuelan sobre el sordo murmullo de voces, golpazos, gritos de vendedores, ladridos, canciones, rebuznos, tintineos de fraguas, ruidos mil de la multitud que torna a la faena. El cielo se extiende en tersa bóveda de joyante seda azul. Radiante, limpio, preciso aparece el pueblo en la falda del monte. Aquí y allá, en el mar gris de los tejados uniformes, emergen las notas rojas, amarillas, azules, verdes, de pintorescas fachas”.

Los adverbios o los gerundios le dan al poema un ritmo lento.

Estilo verbal. Si hay abundancia de verbos, el texto es dinámico, narrativo. Habrá que tener en cuenta los rasgos significativos privativos del verbo, especialmente el modo y el aspecto. La abundancia de formas del subjuntivo denota algún tipo de subjetividad que habrá que precisar, por oposición al modo indicativo propio de la objetividad. El aspecto perfecto es propio de la narración, ordenando temporalmente las acciones, mientras que con el uso del imperfecto éstas se difuminan en el tiempo sin ofrecer precisión cronológica, por lo que es más descriptivo que narrativo.

El género lírico.

Lo géneros literarios más importantes son la lírica, la narrativa, el drama y el ensayo.
La lírica. Sirve de cauce al autor para la expresión de sus sentimientos, de su subjetividad, de su yo íntimo y personal. Su medio fundamental de expresión es el verso, pero también puede aparecer en la prosa.
Dentro del género lírico podemos encontrar varios subgéneros:
- Égloga: es la expresión de sentimientos amorosos puestos en boca de pastores en medio de una naturaleza idealizada.
- Elegía o planto (llanto): sirve de cauce para el sentimiento dolorido producido por la muerte u otra desgracia.
- Himno: incluye sentimientos colectivos.
- Oda: expresa sentimientos sobre temas diversos.
- Epigrama: poema breve escrito en tono agudo, ingenioso o satírico.

Lenguaje empleado por el autor.
Tenemos que fijarnos en la cantidad de adjetivos, sustantivos y verbos que hay en el texto. Así podremos darnos cuenta de si es un lenguaje fluido (o rápido) o un lenguaje lento.
Lenguaje fluido sería aquel que está falto de elementos que puedan interrumpir una lectura más o menos rápida. Estos elementos podrían ser adjetivos (epítetos), excesivas conjunciones (hipérbatos), etc.
El lenguaje sería sencillo cuando no nos encontramos ningún tipo de cultismo, latinismo, arcaísmo, etc., que nos impida la comprensión del texto. Es un lenguaje para ser entendido por cualquier tipo de lector. También llamado lenguaje sin complicaciones, puesto que aparecen recursos literarios que se pueden comprender fácilmente.
Hablamos de lenguaje complicado cuando nos encontramos una enorme cantidad de metáforas, símbolos, antítesis, dobles sentidos de palabras, etc., que hacen que se nos haga bastante difícil comprender lo que estamos leyendo. Tendríamos que tener unos conocimientos mínimos del autor del texto o de la corriente literaria para entender la obra.
Lenguaje ornamental sería aquel “cargado” (o recargado) de elementos que “adornan” el texto con la finalidad de embellecerlo. Son elementos innecesarios para la comprensión de la obra, pero que le dan determinado valor estético. Interesa más la forma en la que se intentan comunicar el mensaje del texto, que el contenido del mismo. Hay mucha adjetivación, términos mitológicos, exóticos (de origen oriental: zafiras, rubíes), asociaciones de sensaciones diversas como la sinestesia (sol sonoro), aliteraciones (“el ruido que rueda la ronca tempestad”), etc., que tienen como finalidad darle determinado efecto, ritmo y sonoridad al poema (se busca el preciosismo con este tipo de lenguaje).

Textos en prosa.

- Características de los personajes presentes en el fragmento.
- Elementos espaciales y temporales destacables.
- Tema o temas recurrentes.
- Tipo de narrador.
- Tipo de diálogo (réplicas breves, intervenciones largas, apartes, monólogos, digresiones, etc.).
- Explicar los recursos estilísticos más destacados que se necesitan para comprender el sentido del texto: símbolos, metáforas, comparaciones, personificaciones, hipérboles, antítesis, interrogaciones retóricas…
- Recursos morfosintácticos:
. Estilo nominal (predominio de sustantivos y adjetivos, ritmo lento) / estilo verbal (ritmo rápido).
. 3ª ó 1ª persona verbal (objetividad /subjetividad).
. Tiempos verbales (presente/pasado/futuro).
. Modo verbal y perífrasis.
Indicativo (objetividad).
Subjuntivo (subjetividad).
Imperativo (órdenes), perífrasis de obligación e infinitivos con valor de mandato.
. Presencia / ausencia de adjetivos (con / sin valor descriptivo y detallismo).
. Adjetivos especificativos / explicativos (objetividad / subjetividad).
. Determinantes, pronombres o adverbios con valor deíctico (que señala a otro personaje o algún elemento espacial temporal).
- Recursos léxico-semánticos:
. Uso del léxico culto / popular.
. Recuperación del léxico arcaico y/o rural (influencia de la corriente literaria a la que pertenece).
. Campos semánticos.
. Valores connotativos de algunas palabras.


Características de los personajes presentes en el fragmento.

Caracterizar sería determinar los atributos peculiares de alguien, de modo que claramente se distingan de los demás. Los personajes son la pieza fundamental de una obra literaria. Por ello es vital una adecuada caracterización. Todos tenemos algo que nos hace únicos; nuestra forma de hablar o mirar, la manera de caminar, de reaccionar ante determinadas situaciones, un tic nervioso, un gusto determinado, un rasgo físico; no hay, en definitiva, dos seres iguales. Esto es aplicable a la literatura.
Un personaje que no tenga rasgos físicos o espirituales diferenciadores sería un personaje común; y los personajes comunes aburren.
De la misma manera se debe tener en cuenta que sus rasgos diferenciadores deban ser manejados con prudencia. En la realidad hay personas a los que se conoce como raros por alguna razón específica.
En la literatura estos personajes pueden llegar a parecer inverosímiles si no se les trata con ingenio. Un personaje raro debe tener una justificación poderosa para serlo de forma que el texto literario tenga la suficiente credibilidad.
En la caracterización de los personajes en literatura el primer paso es la identificación de cada personaje. Cuando se ha logrado identificar y caracterizar al narrador, el escritor está dispuesto a dar el siguiente paso. El autor es quien realiza una obra. En literatura es quien la escribe (no sólo el que la firma. Existe también la figura del negro). Narrador es el personaje que cuenta la historia, quien lleva el relato.
El protagonista es vital: se impone la caracterización del protagonista. El protagonista es la esencia de la historia, el centro del conflicto y, por tanto, sobre el que recaerá el peso fundamental de la anagnórisis o reconocimiento; es a la vez el personaje con el que más interactúa el lector.
Hay varias formas de clasificar a los personajes. Aparte de la física, en la que se describe el aspecto y el modo de vestir (que puede tener mucha importancia, como el color verde del vestido de Adela en La Casa de Bernarda Alba); desde un punto de vista psicológico y siguiendo una relación de los personajes más importantes de la obra, se describe cada uno de ellos, indicando cómo son su temperamento, sus reacciones, la forma de desenvolverse ante determinadas circunstancias...
Se distinguen dos tipos de personajes:
- Personaje redondo: evoluciona su psicología a lo largo de la obra o del texto, sufre altibajos emocionales, duda, comete errores, sale airoso de situaciones difíciles, ofrece actitudes un tanto cobardes en ciertos momentos, etc.
- Personaje plano: no evoluciona absolutamente nada a lo largo de la obra o del texto, nos aparece como héroe salvador desde la primera hasta la última página, o como villano cruel que comete mil atrocidades desde el principio hasta el final, por ejemplo.
También podemos diferenciar entre el personaje protagonista, los personajes secundarios y el personaje antagonista (el que se opone claramente al protagonista, su “enemigo”).
Tomando a los personajes como definidores del contexto junto al tema que refleja el autor en la obra, hay diferentes tipos de personajes en la creación literaria:
1.- Estereotipos, lo cuales representan ciertas connotaciones "marcadas", tratando el autor de destacarlas del resto de otros personajes más vulgares o cotidianos.
Hay diferentes tipos de personajes estereotipados:
a) Héroes individuales: con características sobresalientes, por ejemplo: los detectives de las novelas policíacas o espías de novelas de ciencia ficción.
Este tipo de protagonistas los utiliza el autor como un recurso literario para resaltar un hecho social de una forma exagerada.
b) Antihéroes. Este otro recurso literario, en controversia del héroe individual, para resaltar ciertas miserias de la vida cotidiana. Un ejemplo de antihéroe de "Sancho Panza", de El Quijote, en donde Cervantes destaca a un ser "ineficaz", pero en el fondo tan lleno de humanidad que el lector se olvida de todos sus defectos.
c) Héroes atormentados. Este tipo de personaje lo configura el autor en primera figura como fórmula de transmitir el sufrimiento humano. Ejemplos los podemos encontrar en novelas de corte existencialista, como, "Pedro, el médico", de Tiempo de silencio, o el protagonista central de El extranjero de Albert Camus: personajes "vulgares" que la vida, en un momento determinado se les hace adversa pero que "todo les da igual".
2.- Prototipos: más típicos de la novela "realista". Personajes vulgares, sin más protagonismo que el de su vida cotidiana.

El espacio.
La situación física en que se encuentran los personajes es uno de los recursos principales que los autores utilizan para contextualizar las historias narrativas. Una novela se puede desarrollar en un lugar o en varios, en espacios interiores o exteriores, rurales o urbanos, con los siguientes fines:
- Dar credibilidad a la historia
- Contextualizar a los personajes
- Producir efectos ambientales y simbólicos.
Los novelistas se suelen valer de la técnica de la descripción para presentar los espacios. El espacio es muchas veces un reflejo de las estructuras socio-históricas del contexto en el que surge la obra. Durante el movimiento literario realista del siglo XIX la descripción y el análisis de los espacios alcanzaron prácticamente la misma importancia que la historia narrada. En la literatura actual se muestra el espacio a través de los ojos de los personajes o del narrador.
La importancia del espacio en una obra literaria puede influir de manera determinante tanto en el significado de la misma, como en la caracterización de los personajes. La descripción de fenómenos de la naturaleza adversos (tempestades, viento, frío, cielo gris, etc.) o una naturaleza idealizada, pueden darle significados connotativos a una composición literaria. El paisaje que describe el autor o un personaje también. Los colores que se muestran en determinado lugar o determinados objetos también pueden ser claves para el devenir de una novela o un drama.
En la narración, las referencias léxicas que significan lugar, permiten la localización espacial de los hechos relatados y, al mismo tiempo, pueden convertirse en marcas textuales que muestran la estructura de la narración en sí.

El tiempo.

El tiempo y todas sus variaciones se expresan fundamentalmente, como es lógico, mediante las formas verbales utilizadas. La perspectiva temporal que el narrador adopta respecto de los acontecimientos determina el tiempo de los verbos:
A la narración actual, en la que el narrador relata hechos que están sucediendo en el mismo momento en que se narran, le corresponde la forma verbal del presente. Además de usarse en algunos tipos de narración muy concretos, como las retransmisiones en directo de radio y televisión, aparece frecuentemente, dentro de la ficción literaria, en la novela objetivista y en los guiones cinematográficos. El presente se utiliza también en relatos a los que se quiere dar un valor o alcance intemporal.
La narración retrospectiva, en la que se relatan los hechos observándolos desde un momento posterior al desarrollo de los mismos, exige el uso de formas verbales del pasado (pretérito perfecto simple y compuesto), que expresan anterioridad al momento del habla, es decir, al tiempo del narrador. La sucesión de estos verbos en pretérito perfectivo expresa por sí misma la propia sucesión de acontecimientos. Otras formas temporales-como el pretérito imperfecto, el pluscuamperfecto, los condicionales simples y compuesto y el futuro compuesto- permiten ordenar otras acciones en relación con ellas, expresando simultaneidad, anterioridad y posterioridad con respecto a las primeras.
También puede utilizarse en la narración retrospectiva el presente histórico, que, como ya sabemos, permite aproximar el punto de vista del narrador- y, por tanto, del lector- al momento del pasado en el que suceden los acontecimientos, de forma que éstos se contemplan como si estuvieran sucediendo en el presente.
La narración prospectiva es muy poco frecuente. Aparecen, sin embargo, fragmentos de narración en futuro en las anticipaciones o prolepsis que se inserten en un relato de otro tipo.
Junto a las formas verbales, hay que tener en cuenta las diferentes referencias léxicas que haga el narrador al transcurso del tiempo: complementos circunstanciales de tiempo y marcadores discursivos con significado temporal(varios años después, más tarde, al mismo tiempo, meses antes, de repente...) son empleados constantemente para indicar las elipsis, los saltos temporales hacia atrás o hacia delante, la sucesión de acontecimientos o el intervalo entre ellos, su duración, etc., y sirven además como elementos de cohesión textual, puesto que organizan el discurso narrativo y marcan transiciones entre una parte y otra del texto.
En cuanto a la terminología empleada, se suele hablar de Ab initio, si la historia comienza desde el principio, In media res si la trama se produce en medio de los acontecimientos o en Flash-back si se narra desde el final de los sucesos.

Tipos de narrador.

En los textos literarios hay varias voces que se pueden comentar. La voz es la que cuenta los hechos. Si esta voz es la del narrador, puede estar en primera, segunda y tercera persona. Si aparece en boca de los personajes es cuando normalmente aparece el diálogo.

La tercera persona.
Normalmente, la tercera persona dota al texto de objetividad, o el autor trata de mostrarnos objetividad utilizando esta tercera persona: intenta ser alguien imparcial que cuenta unos hechos con el propósito de conseguir un efecto de verosimilitud en su creación literaria o incluso histórica (muchos han sido los dirigentes que han contado sus supuestas hazañas en tercera persona para conseguir que los lectores o generaciones posteriores los creyeran “a pies juntillas”).
Otra técnica que se emplea en tercera persona es la de la forma omnisciente, cuando a la hora de narrar los acontecimientos, actúa como un dios que lo sabe todo y lo domina todo. También describe todo lo que los personajes ven, sienten y oyen; y los hechos que no han sido presenciados por ningún personaje.
El enfoque múltiple es otra de las técnicas empleadas utilizando la tercera persona. Es el relato de una acción desde el punto de vista de varios personajes y no del narrador omnisciente. No hay que confundir con el diálogo.
El autor puede también utilizar la tercera persona observadora: el narrador cuenta los hechos de los que es testigo como si los contemplara desde fuera, no puede describir el interior de los personajes. Es como un reportero con una cámara que sólo puede relatar lo que ve y lo que oye. No puede describir el interior de los personajes.
Una técnica poco usual es la de buscar un narrador para que relate los hechos (es un relato dentro de otro relato). Aparece por ejemplo en El Quijote.
La primera persona.
Aquí el autor pretende identificarse. Le da mayor subjetividad. Borra las diferencias entre su propia visión y el protagonista en el que se va a ocultar. Muchas veces surge la autobiografía (aunque ésta pueda llevarnos a un mundo ficticio). A esta técnica se le suele llamar primera persona central.
Primera persona periférica
es aquella en la que el narrador adopta el punto de vista de un personaje secundario que narra en primera persona la vida del protagonista.
Primera persona testigo. Un testigo de la acción que no participa en ella narra en primera persona los acontecimientos.

Monólogo interior.
El monólogo interior (también conocido como 'flujo de conciencia') es una técnica literaria que intenta plasmar en el papel el flujo de presión del mundo real y el mundo interior, imaginado por alguno de los protagonistas.
En los monólogos interiores, los escritores tratan de expresar sentimientos ocultos o deseos reprimidos que no pueden expresar con palabras o acciones. Son "mundos diferentes en el interior de las personas", que en la mayoría de las veces, ocultan fantasías y pensamientos que a lo mejor nunca podrán ser realizados.
La segunda persona.
La segunda persona corresponde, en principio, al narratario, bien sea éste un personaje ficticio (como el de Vuestra Merced del Lazarillo) o directamente el lector. Hay que decir que es poco frecuente y confusa. El autor pretende analizar al personaje, su manera de ser, su pensamiento; aunque ha cierta restricción en lo que se comunica. Se da en obras literarias donde la narración importa menos y se da paso a la descripción de un personaje u otro elemento (como la sociedad o cultura española en Cartas Marruecas de José Cadalso).

Formas del discurso:

- Narración.
- Descripción.
- Exposición y argumentación.
- Diálogo.

Tradicionalmente los textos en prosa se han clasificado en las llamadas formas del discurso o formas de composición: narración, descripción, exposición y argumentación. Esta división se basa en la intención que domine en cada una de ellas y, en consecuencia, en la distinta manera de organizar el texto: en la narración se detallan conocimientos reales o ficticios dispuestos en un tiempo y un espacio; en la descripción se evocan observaciones de la realidad; en la exposición se explican ordenadamente ideas y principios; en la argumentación, se defiende una postura y se intenta convencer de ella al receptor. La narración y la descripción se dirigen principalmente a la imaginación mientras que exposición y argumentación lo hacen al intelecto; los primeros son los más característicos de la expresión literaria y los segundos de las vertientes científica y humanística.
A estas cuatro formas del discurso hay que añadir el diálogo, no el que se produce en situaciones reales de comunicación oral, sino el que el autor recoge en sus textos para transmitir información al lector.
Esta clasificación no quiere decir que los textos se den con una de esas formas exclusivamente, ya que en una composición encontramos mezcladas diferentes variedades: en un cuento, la narración debe combinarse con la descripción de ambientes y personajes que, además, pueden dialogar entre ellos; del mismo modo, cuando argumentamos necesitamos exponer nuestras ideas y muy probablemente describir situaciones o enunciar ejemplos de un modo narrativo.

El diálogo y tipos de diálogo.

El diálogo en sí es la comunicación entre los propios personajes. Este diálogo refuerza la narración, es decir, hace que el lector se crea más lo que lee; le da verosimilitud a la obra literaria. El autor desaparece con el diálogo y “deja actuar a los personajes” en un intento claro de dotar de verosimilitud a la obra literaria. El diálogo procede del teatro y en el teatro es vital la catarsis: que el público se identifique con algún personaje o con la trama argumental que se produce en el diálogo. Una obra teatral será mejor o peor dependiendo del efecto que haga en el público (una comedia será buena si consigue provocar la carcajada del público).
No hay que confundir el diálogo con “la técnica múltiple”. En la técnica múltiple, son distintos los personajes que narran la acción (por ejemplo en Crónica de una muerte anunciada).
En la ficción literaria se suele distinguir entre el discurso del narrador y el discurso de los personajes. Tanto el hablar del narrador como el de los personajes se encuadran en un proceso marcado por convenciones conocidas por el lector. Es decir, el lector a las convenciones propias del diálogo “real” ha de sumar las propias de lo literario (por ejemplo la reproducción en estilo directo, los signos que suplen lo gestual). La competencia del lector permitirá contrastar el valor estilístico de los diálogos contenidos en una obra.
El diálogo supone una ruptura del hilo narrativo y contribuye a imprimir un determinado ritmo al relato. Las palabras de los personajes se han de insertar en el discurso del narrador, se trata de citar las palabras de alguien, de reproducir un discurso distinto al del narrador y esto puede hacerse de distintos modos. La elección de uno u otro procedimiento de cita es ya una elección estilística y marca la distancia del narrador respecto del personaje.

Tradicionalmente se han distinguido las siguientes formas de representar el discurso de los personajes:

Estilo directo, es el que se da en aquellos discursos en los que se citan las palabras o pensamientos de los personajes de manera textual, tal y como se supone que ellos mismos los han formulado. El narrador introduce un verbum dicendi y a continuación reproduce el hablar del personaje entre comillas o con un guión, que puede ir precedido en la línea anterior de dos puntos como marcas tipográficas.

– Pero, ¿y si él se empeña en que vaya? Criada: ¿Han venido todos sus parientes?
– Es muy débil... si insistimos, cederá. La Poncia: Los de ella. La gente de él la odia. Vinieron
– ¿Y si no cede, si se obstina? a verlo muerto, y le hicieron la cruz.

También se puede prescindir del verbum dicendi, cuando está claro quiénes son los personajes que hablan.
En algunos textos el autor emplea el uso de las comillas y los verbos introductorios (marcados en negrita) que pueden ir delante o detrás de las palabras de los personajes.

“Para mis padres, estas atenciones del maestro eran un honor. Aquellos días de excursión, mi madre preparaba la merienda para los dos: “No hace falta, señora, yo ya voy comido”, insistía don Gregorio. Pero a la vuelta decía: “Gracias, señora, exquisita la merienda”.
“Estoy segura de que pasa necesidades”, decía mi madre por la noche.

Estilo indirecto. Consiste en un procedimiento por el que las frases o pensamientos de los personajes son incorporados al discurso del narrador que con sus propias palabras los resume en primera o tercera persona narrativa. Esto supone que es la perspectiva del narrador la que prevalece. Sintácticamente, del verbum dicendi depende una subordinada sustantiva que se introduce generalmente con la conjunción que. Se marcan en negrita las señales del estilo indirecto:

El vagabundo –narizotas, alcohólico y trascendente– contó que se dirigía a la recogida de aceitunas, para luego seguir hacia levante, donde pensaba hacerse barquero de agua dulce. Y explicó que su idea era instalarse en la orilla de un río caudaloso y recoger todo cuanto arrastrasen las aguas, que en épocas de crecidas…”

Estilo indirecto libre. Esta modalidad de discurso permite reflejar, de forma convincente y vivaz, el pensamiento del personaje sin prescindir de la tercera persona del narrador. Como marcas lingüísticas de su presencia están el uso del imperfecto de indicativo, la reconversión de la persona yo en la persona él, la afectividad expresiva proporcionada por exclamaciones, interrogaciones, léxico, coloquialismos, etc., así como la ausencia introductoria del verbum dicendi. En el siguiente ejemplo se marca en negrita el discurso reproducido en estilo indirecto libre.

“En torno suyo giraba la oscuridad absoluta, radical. ¿Tendría que acostumbrarse a ellas eternamente? Su angustia aumentó de concentración al saberse hundida en esta niebla espesa, impenetrable: ¿Estaría en el limbo? Se estremeció.”

Diálogo en el teatro.

El diálogo es esencial en el teatro ya que el drama se comunica exclusivamente a través del diálogo de las figuras dramáticas (excepto en el teatro el que se usan procedimientos narrativos o el teatro del silencio). El diálogo es la única fuente de emisión; esto supone que al no haber un intermediario (como lo es el narrador en el relato) incluso la presentación de las figuras dramáticas se haga a través de sus diálogos.
El lenguaje en el teatro presenta dos rasgos fundamentales: en primer lugar, está destinado a la representación, esto se advierte incluso en la lectura, ya que si no se sobrentiende una representación imaginaria, el texto resulta incomprensible; las réplicas dejan de ser coherentes y comprensibles fuera del entorno.
Un segundo rasgo es que se produce un desdoblamiento doble: el de los emisores y el de los receptores. El primer emisor de un texto dramático es el autor; pero este no emite el mensaje directamente, sino que lo pone en boca de las figuras del drama. El receptor también es doble: las figuras se comunican entre sí, pero realmente su destinatario es el público.

EMISOR > > > RECEPTOR
(Autor/Figura) (Figuras/Público)


Tipología del diálogo teatral.

El diálogo teatral puede clasificarse atendiendo a dos criterios: según el número de emisores y según su funcionalidad en el juego dramático. En el primer caso podremos distinguir entre monólogo y polílogo; en el segundo atenderemos a si hay una participación verbal directa de las figuras o si, por el contrario, este diálogo se realiza fuera del juego dramático –caso de los apartes.
El monólogo es un diálogo con un emisor único, se trata de la intervención verbal de una figura cuya extensión rebasa los límites de una réplica normal y no es imprescindible que la figura esté sola en el escenario. Si la intervención es de un único personaje en escena, se denomina soliloquio.
Cuando intervienen por lo menos dos interlocutores tenemos un polílogo. Según el número de figuras que participen se denominará específicamente duólogo, trílogo, tetrálogo. A partir de la modalidad de tetrálogo hay una tendencia a formar grupos en escena. En ocasiones, el polílogo se convierte en monólogo si todos los hablantes repiten las mismas palabras, una especie de letanía, por ejemplo La casa de Bernarda Alba:

BERNARDA: ¡Alabado sea Dios!
TODAS: Sea por siempre bendito y alabado.
BERNARDA: ¡Descansa en paz con la santa
Compaña de cabecera!
TODAS: ¡Descansa en paz!
BERNARDA: Con el ángel San Miguel
y su espada justiciera.

El aparte puede ser de una o de varias figuras; se da cuando una de estas figuras se aleja del juego dramático fingiendo las demás que no se enteran de lo que dice. Fundamentalmente hay dos tipos de apartes: aparte ad spectatores y aparte solitario, según a quién se destine el mensaje. En el aparte a los espectadores una figura se dirige de manera clara al público; el aparte solitario no tiene destinatario concreto (evidentemente esto es una ficción, el fin último de toda intervención es comunicar algo a los espectadores). En este fragmento de El alcalde de Zalamea hay ejemplos de apartes en diversas direcciones.

CRESPO (Aparte.) ¡Que nunca
entre y salga yo en mi calle,
que no vea a este hidalgote
pasearse en ella muy grave!
NUÑO (Aparte a su amo.)
Pedro Crespo viene aquí.
D. MENDO Vamos por estotra parte,
que es villano malicioso.
(Sale JUAN, hijo de CRESPO.)
JUAN (Aparte.) ¡Que siempre que venga, halle
este fantasma en mi puerta,
calzado de frente y guantes!
NUÑO (Aparte a su amo.)
Pero acá viene su hijo.
D. MENDO No te turbes ni embaraces.
CRESPO (Aparte.) Mas Juanico viene aquí.
JUAN (Aparte.) Pero aquí viene mi padre.
D. MENDO (Aparte a NUÑO.)
Disimula. -Pedro Crespo,
Dios os guarde.
CRESPO Dios os guarde.
(Vanse D. MENDO y NUÑO.)
CRESPO (Aparte.)
Él ha dado en porfiar,
y alguna vez he de darle
de manera que le duela.
JUAN (Aparte.)
(Algún día he de enojarme.)
¿De adónde bueno, señor?

Función caracterizadora del diálogo.
La figura dramática aparece caracterizada de diversas maneras; lo que se diga de una figura en acotaciones y réplicas o lo que haga, todo contribuirá a la concreción de sus rasgos. La información caracterizadora puede proceder del autor o de las propias figuras. Las informaciones del autor se plasman en las acotaciones y en los contrastes que establezca entre ellas.
Las acotaciones han de traducirse a códigos extraverbales en la representación (fisonomía, estatura, maquillaje, indumentaria…) y verbales. Dentro de estos últimos habrá que distinguir entre los elementos de carácter paralingüístico como la voz del actor, el sociolecto o idiolecto que utilice y la forma que adopte el diálogo; así, el monólogo o soliloquio descubre el pensamiento y los sentimientos; el duólogo (generalmente con un amigo o confidente) es más verosímil para mostrar sentimientos e ideas; el polílogo es útil para presentar a una figura desde la visión de otras figuras del drama.
Según la procedencia de la caracterización habrá que hablar de autocaracterización y heterocaracterización: en el primer caso son las palabras y actos de la figura los que la presentan, en el segundo una figura opina de otra.
Además, hay otros elementos que el autor puede utilizar para caracterizar a una figura como puede ser el nombre (así, en La casa de Bernarda Alba: Angustias, Martirio…). Un ejemplo de autocaracterización lo tenemos en Bernarda Alba, personaje monolítico, de rasgos permanentes a lo largo de toda la obra. Al primer acto pertenecen las siguientes réplicas de Bernarda:

a) – ¡Silencio! Menos gritos y más obras. Debías haber procurado que todo estuviera más limpio.
b) –A tu edad no se habla delante de las personas mayores.
c) – No he dejado que nadie me dé lecciones. Sentarse. Magdalena no llores; si quieres llorar métete debajo de la cama. ¿Me has oído?

Y al final de la obra, éstas:

a) –Abre, porque echaré abajo la puerta. ¡Adela!
– ¡Trae un martillo!
Yo no quiero llantos. La muerte hay que mirarla cara a cara. ¡Silencio! ¡A callar he dicho! ¡Las lágrimas cuando estés sola! Non hundiremos todas en un mar de luto. Ella, la hija menor de Bernarda Alba, ha muerto virgen. ¿Me habéis oído? ¡Silencio, silencio he dicho! ¡Silencio!


El mismo personaje, Bernarda Alba, aparece heterocaracterizado en el acto primero del drama:

Habitación blanquísima del interior de la casa de Bernarda. Muros gruesos. Puertas en arco con cortinas de yute rematadas con madroños y volantes. Sillas de anea. Cuadros con paisajes inverosímiles de ninfas o reyes de leyenda. Es verano. Un gran silencio umbroso se extiende por la escena. Al levantarse el telón está la escena sola. Se oyen doblar las campanas.
(Sale la Criada)
Criada: Ya tengo el doble de esas campanas metido entre las sienes.
La Poncia: (Sale comiendo chorizo y pan) Llevan ya más de dos horas de gori-gori. Han venido curas de todos los pueblos. La iglesia está hermosa. En el primer responso se desmayó la Magdalena.
Criada: Es la que se queda más sola.
La Poncia: Era la única que quería al padre. ¡Ay! ¡Gracias a Dios que estamos solas un poquito! Yo he venido a comer.
Criada: ¡Si te viera Bernarda...!
La Poncia: ¡Quisiera que ahora, que no come ella, que todas nos muriéramos de hambre! ¡Mandona! ¡Dominanta! ¡Pero se fastidia! Le he abierto la orza de chorizos.
Criada: (Con tristeza, ansiosa) ¿Por qué no me das para mi niña, Poncia?
La Poncia: Entra y llévate también un puñado de garbanzos. ¡Hoy no se dará cuenta!
Voz (Dentro): ¡Bernarda!
La Poncia: La vieja. ¿Está bien cerrada?
Criada: Con dos vueltas de llave.
La Poncia: Pero debes poner también la tranca. Tiene unos dedos como cinco ganzúas.
Voz: ¡Bernarda!
La Poncia: (A voces) ¡Ya viene! (A la Criada) Limpia bien todo. Si Bernarda no ve relucientes las cosas me arrancará los pocos pelos que me quedan.
Criada: ¡Qué mujer!
La Poncia: Tirana de todos los que la rodean. Es capaz de sentarse encima de tu corazón y ver cómo te mueres durante un año sin que se le cierre esa sonrisa fría que lleva en su maldita cara. ¡Limpia, limpia ese vidriado!
Vemos, pues, que la autocaracterización y la heterocaracterización abundan en rasgos similares.

Las características lingüísticas del diálogo son:
- Abundancia de los pronombres personales, destacando sobre todo la presencia del yo y del tú en función de sujeto.
- Presencia de otros deícticos pronominales y adverbiales.
- Constantes cambios en los tiempos verbales, siempre desde el presente de los hablantes.
- Cambios también en el modo. El subjuntivo aparece para expresar deseos, posibilidades, avisos, etc.
- Abundante presencia de elementos apelativos y vocativos.
- Variaciones en la entonación: paso de la enunciación a la interrogación y a la exclamación.
- Sintaxis de periodos breves, con numerosas elipsis.
- Simplicidad en las relaciones sintácticas, con tendencia a la coordinación y a la yuxtaposición.

La narración.

La primera característica de la narración sería el estilo verbal (mencionado anteriormente). Dado que la narración consiste en relatar acciones, se caracteriza por el dinamismo, el movimiento; de ahí que la importancia de la acción narrativa determina que las palabras predominantes en los textos de este tipo sean los verbos. De hecho, apenas es posible concebir una narración sin estructuras verbales y, muy al contrario, se podría narrar prescindiendo casi por completo de otra clase de palabras.
Las estructuras oracionales suelen ser predicativas, construidas con verbos de acción y proceso. Las estructuras atributivas, en cambio, son características del discurso descriptivo y, por tanto, aparecen en el relato cuando se detiene la narración propiamente dicha, para describir a los personajes o los lugares. El ritmo(o tempo) que el autor quiere dar a su discurso condiciona también la estructura oracional: el ritmo lento de la acción, en el cual apenas transcurre el tiempo, suele estar asociado a la sintaxis compleja, que alarga los enunciados con múltiples subordinaciones (abundan el los complementos circunstanciales y subordinadas adverbiales que señalan las distintas circunstancias que se producen en los hechos). En cambio, la sucesión de oraciones simples, sencillas y breves, la coordinación y, sobre todo, la yuxtaposición crean un ritmo rápido que acelera la acción narrativa.
Como hemos visto más arriba (en las características del diálogo), la persona gramatical en los verbos y en los pronombres adquiere también una gran relevancia por su relación con el punto de vista narrativo.

La descripción.
La descripción implica quietud, estatismo. Viene a ser el retrato de alguien o de algo hecho por medio de palabras. Como primera característica lingüística destacaríamos el estilo nominal mencionado anteriormente. Otras características generales serían las siguientes:
- Hay un dominio del elemento nominal sobre el verbal.
- Abundancia de adjetivos y otros complementos nominales.
- Verbos de estado y de percepción sensorial.
- Formas verbales imperfectivas: presente y pretérito imperfecto.
- Oraciones atributivas.
- Sintaxis sencilla, de frase breve.
- Presencia de figuras literarias como el símil, la metáfora y por supuesto; la prosopografía (descripción exterior de una persona o un animal), la etopeya (descripción de las cualidades espirituales, carácter, valores morales, de una persona) y el retrato (prosopografía más etopeya). Los procedimientos o recursos estilísticos son muy importantes en la descripción subjetiva y literaria. Dependen, sobre todo, de los mecanismos que utilice el autor para crear la imagen del objeto descrito, según el tipo de descripción que se trate. Por ejemplo, en las descripciones de carácter analítico, en las que se pretende describir el objeto que sirve como tema haciendo referencia a las distintas partes que lo componen, suele emplearse la enumeración de elementos y de rasgos característicos de cada uno de ellos (rasgos que se suelen precisar mediante series de adjetivos coordinados).
En ocasiones, la creación de la imagen se basa en la analogía: el autor caracteriza el objeto relacionándolo con otras realidades con las que guarda alguna semejanza.
Los procedimientos literarios utilizados son entonces las metáforas y las comparaciones. Una función similar tiene el uso de la personificación en la descripción de animales o cosas y de la animalización o cosificación en la descripción de personas. Estos dos últimos recursos son muy habituales en la descripción caricaturesca.

Lenguaje empleado por el autor.

Tenemos que fijarnos en la cantidad de adjetivos, sustantivos y verbos que hay en el texto. Así podremos darnos cuenta de si es un lenguaje fluido (o rápido) o un lenguaje lento.
Lenguaje fluido sería aquel que está falto de elementos que puedan interrumpir una lectura más o menos rápida. Estos elementos podrían ser adjetivos (epítetos), excesivas conjunciones (hipérbatos), etc. También se le llama prosa fluida o “lectura ágil”.
El lenguaje sería sencillo cuando no nos encontramos ningún tipo de cultismo, latinismo, arcaísmo, etc., que nos impida la comprensión del texto. Es un lenguaje para ser entendido por cualquier tipo de lector. También llamado lenguaje sin complicaciones, puesto que aparecen recursos literarios que se pueden comprender fácilmente. Puede ser rápido o lento.
Prosa poética. Se trata de un tipo de lenguaje en prosa, que contiene un ritmo y una cantidad de recursos literarios que casi lo convierten en poesía (no es poesía porque carece de rima).
Hablamos de lenguaje complicado cuando nos encontramos una enorme cantidad de metáforas, símbolos, antítesis, dobles sentidos de palabras, etc., que hacen que se nos haga bastante difícil comprender lo que estamos leyendo. Tendríamos que tener unos conocimientos mínimos del autor del texto o de la corriente literaria para entender la obra.
Lenguaje ornamental sería aquel “cargado” (o recargado) de elementos que “adornan” el texto con la finalidad de embellecerlo. Son elementos innecesarios para la comprensión de la obra, pero que le dan determinado valor estético. Interesa más la forma en la que se intentan comunicar el mensaje del texto, que el contenido del mismo. Hay mucha adjetivación, términos mitológicos, exóticos (de origen oriental: zafiras, rubíes), asociaciones de sensaciones diversas como la sinestesia (sol sonoro), aliteraciones (“el ruido que rueda la ronca tempestad”), etc., que tienen como finalidad darle determinado efecto, ritmo y sonoridad al poema (se busca el preciosismo con este tipo de lenguaje).

Géneros literarios (narrativa en prosa y dramático) y subgéneros.

Entre los subgéneros narrativos en prosa encontramos:

El cuento: Narración breve de un suceso imaginario y con argumento muy sencillo. Aparecen en él un reducido número de personajes que participan en una sola acción con un solo foco temático. Aunque tradicionalmente poseía una intención moralizante, hoy su finalidad suele ser provocar en el lector una respuesta emocional.
Apólogo: Relato breve de finalidad didáctico-moral.
La leyenda: Narración breve basada en un relato tradicional de carácter misterioso, sobrenatural o terrorífico.
La crónica literaria: Una crónica es una obra literaria que narra hechos históricos en orden cronológico. En una crónica los hechos se narran según el orden temporal en que ocurrieron, a menudo por testigos presenciales o contemporáneos, ya sea en primera o en tercera persona.
Epístolas o cartas. Carta formal e instructiva, generalmente destinada a la publicación y escrita en verso. Su contenido es diverso y aborda temas filosóficos o morales. La prosa epistolar integra el género de las cartas conversacionales por escrito con el ausente. La carta, en efecto, es una composición en prosa, que dirigimos a una persona ausente para comunicarle noticias o impresiones, salvando las distancias del ausente. Si esta carta va en verso, le llamamos epístola. Existen cartas literarias y públicas. Las cartas literarias: constituyen manifestaciones de la prosa artística en forma epistolar, como vehículo o modo elocutivo de otros géneros, por ejemplo la novela o de la didáctica. Las cartas públicas: son las que abordan asuntos de interés general, y se escriben para ser publicadas, generalmente en la prensa diaria.
Episodio. Es un híbrido entre novela e historia. Aparecen narrados trozos de la historia en forma de novela (personajes ficticios e historias de amor ficticias, con un trasfondo histórico-social real).
La novela. Su auge en los siglos XIX y XX ha sido tal, y sus variantes tan dispares, que resulta difícil una definición rigurosa. Suele entenderse por novela una narración extensa en prosa, con personajes y situaciones reales o ficticios, que implica un conflicto y su desarrollo que se resuelve de una manera positiva o negativa. Es un relato largo, aunque de extensión variable, con un argumento mucho más desarrollado que el del cuento. Y, a diferencia de lo que sucede con el cuento, al lector le importa no sólo lo que ocurre a los personajes, sino también lo que piensan y sienten, cómo evolucionan espiritualmente y cómo influye en ellos la sociedad donde viven. Su estructura es muy variable.
Existen varios tipos de novelas: realista, histórica, picaresca, intelectual, psicológica, policíaca, terror, ciencia-ficción, gótica, rosa, sentimental, pastoril, caballerías, picaresca, etc.

Subgéneros Dramáticos.
La tragedia. Es la representación de terribles conflictos entre personajes superiores y muy vehementes, los cuales son víctimas de un destino ineludible; suele acabar con la muerte del protagonista.
La comedia. Es la representación, a través de un conflicto, del aspecto alegre y divertido de la vida, y cuyo desenlace tiene que ser feliz.
El drama. Es la representación de problemas graves, con intervención, a veces, de elementos cómicos, y su final suele ser sombrío.
Ópera. Composición dramática, en la que los personajes cantan íntegramente sus papeles, en lugar de recitarlos.
Zarzuela. Obra literario-musical, genuinamente española, en la que se combinan escenas habladas y cantadas. Suele reflejar vivos cuadros de costumbres, preocupaciones populares, sátiras políticas.
Paso, entremés y sainete. Piezas breve en un acto, en prosa o en verso, de tema ligero. El origen del sainete se encuentra en la tradición popular y posee un humor festivo y picaresco. Solía representarse en los entreactos de obras mayores. El sainete deriva del entremés y del paso y acentúa lo humorístico y popular de este último.
Auto sacramental. Obra de carácter alegórico que trata sobre un dogma de la Iglesia católica y tiene como fondo la exaltación del sacramento de la Eucaristía.
Melodrama. Nombre que en el siglo XIX recibían determinadas obras dramáticas de tipo folletinesco, convencional, caracterizadas por sus fáciles concesiones a un público sensiblero
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