martes, 23 de febrero de 2010

El lenguaje de los textos técnicos y científicos

Se denomina lenguaje técnico y científico al uso que se hace de la lengua en los ámbitos profesionales relacionados con la ciencia y con la técnica.
Su existencia responde a las exigencias terminológicas propias de cada disciplina, por lo que, dado que se basa esencialmente en el vocabulario, habría que hablar de “lenguajes científicos”. No obstante, se dan una serie de características comunes, tanto en lo que se refiere a la creación léxica, como a los usos gramaticales y semánticos.
Desde el punto de vista estrictamente lingüístico, no se puede decir que existan diferencias entre el lenguaje de la ciencia y el de la técnica. Si algo los distingue es la orientación del discurso, teórico descriptivo el primero y encaminado a la práctica el segundo.
Como rasgos generales que nos permitan una caracterización global, podemos destacar los siguientes:
a) Es un lenguaje profesional, perteneciente al nivel culto y propio de un grupo restringido de usuarios que lo emplean en el desarrollo de su actividad.
b) Tiende a la universalidad. Dado que los conceptos, actividades, instrumentos, etc. del mundo de la ciencia son universales, la terminología que se crea convencionalmente se pretende que también lo sea. Es fácil constatar la mayor parte de los tecnicismos en los distintos idiomas, salvando las diferencias de pronunciación y grafía propia de cada uno.
c) Es inestable e innovador. La ciencia avanza continuamente, lo que hace necesario renovar y ampliar la terminología. Muchos de los términos que hoy manejamos con normalidad (el mundo de la informática, por ejemplo) no existían hace pocos años.
d) Precisión y univocidad. La ambigüedad propia de la lengua común no sirve para manifestar los conceptos científicos. De ahí que los términos propios de esta parcela lingüística hayan de ser precisos y monosémicos, a fin de evitar toda confusión posible.
e) Objetividad. La información que transmite no se basa en impresiones personales y subjetivas, sino que es producto de una experiencia que permite llegar a conclusiones y verdades generales, válidas para todos.
f) Verificabilidad. La propia objetividad trae como consecuencia la posibilidad de comprobación, es decir, los postulados científicos han de ser demostrables por estar demostrados desde su formulación.
g) Los anteriores rasgos llevan consigo que sea un lenguaje plenamente denotativo, encaminado exclusivamente a transmitir una información, unos conocimientos, por lo que es difícil hallar en él indicios de otras funciones, como la emotiva o la poética.
h) Formalización de códigos propios de cada disciplina. Hay ciencias que necesitan sistemas de signos propios, y los crean con nuevos símbolos o tomándolos de otros sistemas y otorgándoles un nuevo valor. Ahí están, como ejemplo, el sistema gráfico de la aritmética (los universales números), la formulación química, las taxonomías de las ciencias naturales, etc.
Vocabulario científico. Su creación.
Se trata de un léxico especializado, de difícil acceso a los profanos en una determinada materia. Sin embargo, existe un proceso de ósmosis entre el lenguaje científico y el común que hace que muchos tecnicismos pasen a ser de dominio general. Esto es perceptible sobre todo en las ciencias que están más en contacto con la gente, caso por ejemplo de la medicina y la farmacología. Las mismas enfermedades nos enseñan el significado de términos como catéter, bisturí, fonendoscopio, antibiótico, analgésico…
Los textos científicos tampoco tienen en todos los casos el mismo grado de especialización. Hay tratados y monografías que sólo están al alcance de los especialistas, y escritos divulgativos, con finalidad didáctica, más asequibles a los no iniciados. El vocabulario, lógicamente, es distinto en cada caso.
El término científico recibe el nombre de tecnicismo, que se puede definir como una palabra que designa un concepto, hecho o instrumento científico, que está dotada de la precisión semántica y que es conocida y empleada por los especialistas.
La creación de tecnicismos es constante, en relación con el mencionado carácter innovador del lenguaje de la ciencia. Los mecanismos para ello son muchos y variados. Hay dos grandes grupos:
a) Palabras tomadas de otras lenguas.
Helenismos, palabras formadas a base de vocablos griegos, por ejemplo: cronómetro, microscopio, cefalópodo, etc.
Latinismos, cultismos tomados directamente del latín, por ejemplo: virus, célula, óvulo, etc.
La abundancia de unos y otros obedece tanto a la universalidad que proporciona su carácter de lenguas clásicas, como la hecho de que encierran en sí el germen de todos los conocimientos científicos actuales.
Pueden formarse híbridos de helenismos y latinismos como tele-visión, termo-nuclear, tri-ciclo, etc.
Préstamos de lenguas actuales, sobre todo del inglés, dado el enorme desarrollo científico de los países de lengua anglosajona, como por ejemplo: robot, marketing, software, compact, fax, modem, walkman, etc.
b) Creación de tecnicismos dentro de la propia lengua.
El más sencillo consiste en tomar términos de la lengua común a los que, en el entorno de una determinada ciencia, se los especializa y dota de univocidad semántica. Así, en el mundo de la microelectrónica existen islas de silicio y electrodos a los que se les llama puerta. En las matemáticas hay límites, derivadas e integrales, palabras que tienen otros significados fuera de ese ámbito.
La derivación, es decir, la adición de prefijos o sufijos a un lexema, como por ejemplo: bi-óxido, clor-uro, carbon-ato, semi-plano, etan-ol, etc.
La composición, sobre todo en formas de lexías complejas, por ejemplo: energía eléctrica, sulfuro de mercurio, campo magnético, etc.
La acronimia. Las siglas no podían estar ausentes de la terminología científica, por ejemplo: ADN, ARN, ATS, FM. Algunas proceden de otras lenguas, como por ejemplo: HF (High Frecuency), PC (Personal Computer), etc.
Se emplea también una variedad de la metonimia consistente en crear el nombre de algo partiendo del de su creador o descubridor, por ejemplo: culombio (de Coulomb), mendelevio (de Mendeléiev), julio (de Julios L. Meyer), ohmio (de Ohm), voltio (de Volta), watio (de Wat).

Exigencias gramaticales de la exposición científica.

Como rasgos lingüísticos podemos citar tres:
Claridad. La exposición ha de ser lo suficientemente clara como para evitar toda ambigüedad y conseguir llegar nítidamente al lector, más aún teniendo en cuenta la dificultad intrínseca de los contenidos científicos.
Corrección. Frente al tradicional “descuido” de numerosos científicos al escribir, es preciso respetar las normas del idioma. No olvidemos que se trata de un lenguaje culto, aparte de que es algo necesario en pro de la misma claridad.
Rigor expositivo. La exposición científica exige rigor y orden lógico en la explicación de los conceptos y en el desarrollo de los procesos.
En cuanto a los rasgos gramaticales concretos, podemos citar los que siguen.
Dentro del sintagma nominal:
- Abundancia de sustantivos concretos, sobre todo en el campo de las ciencias naturales, que trabajan con la materia. Sin embargo, tampoco faltan los abstractos para nombrar conceptos y procesos.
- Artículos con carácter generalizador. Cuando se habla, por ejemplo, de la apendicitis o el infarto de miocardio, el referente es la enfermedad misma, no un caso concreto de ella, a no ser que se especifique.
- Adjetivos especificativos. Suelen aparecer pospuestos y con carácter restrictivo. El adjetivo no se emplea aquí con carácter enfático o valorativo, sino como elemento distintivo, como por ejemplo: piedra caliza, cálculo infinitesimal, aguja hipodérmica, etc. A él pueden añadirse numerosos complementos preposicionales y subordinadas adjetivas.
En el sintagma verbal:
- Abundancia de presentes generales, descriptivos y habituales, puesto que se alude a hechos que son y se producen de manera continuada.
- Aparición en los textos del plural sociativo, como signo de generalización, por ejemplo: Consideremos ahora…
- Perífrasis modales para plantear la posibilidad o la obligatoriedad de los hechos, por ejemplo: En estas condiciones puede producirse…; Si sus características son éstas, tiene que ser…
En cuanto a las construcciones oracionales:
- Tendencia al orden lógico de los elementos de la oración: sujeto + verbo + complementos.
- Abundancia de impersonales y pasivas reflejas, en función de la objetividad y generalización de los hechos, por ejemplo: El análisis de los tejidos se realizó…
- Oraciones atributivas para las definiciones, por ejemplo: El gato es un mamífero carnívoro de la familia de los félidos.
- Subordinadas adverbiales mediatizadoras, para el planteamiento de hipótesis, causas, consecuencias, finalidades, etc.
Ordenación del contenido en el discurso científico.
La exposición científica ha de estar sometida al rigor y jerarquización en la distribución de los contenidos. Sin pretender afirmar que exista un modelo único en su desarrollo, incluimos a continuación un esquema que podría considerarse la síntesis de una forma de hacerlo.
1. Título: adecuado al tema tratado.
2. Introducción.
a. Planteamiento del tema.
b. Antecedentes, estudios y opiniones en la historia de la ciencia.
c. Visión y opiniones actuales.
3. Desarrollo del tema.
a. Enfoque, punto de vista.
b. Delimitación del campo de actuación.
c. Exposición de la tesis o teoría.
d. Argumentación y demostración.
e. Refutación de opiniones contrarias.
4. Conclusiones.

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