jueves, 11 de febrero de 2010

Coherencia y cohesión textual

Coherencia textual.

Concepto de coherencia textual.
La coherencia es la propiedad fundamental inherente a todo texto (entendido como unidad con significado) que hace que pueda ser percibido como una unidad comunicativa y no como una sucesión de enunciados inconexos. La coherencia es la propiedad que ha de caracterizar la estructura semántica o de contenidos del texto bien construido. Se manifiesta en diferentes niveles, la totalidad del texto, sus partes constitutivas y los diversos enunciados que lo componen, lo que permite distinguir entre coherencia global, lineal y local (macroestructura, que es el nivel de la estructura profunda que dota al texto de coherencia global. Microestructura: coherencia entre frases. Coherencia pragmática, que es la que realiza el receptor - lector al leer o interpretar el texto-). Vamos a ver los siguientes textos:
a) Había un hombre sentado en un banco con un cigarrillo sin encender en la boca. Se levantó y se acercó a un señor que paseaba por allí. Le pidió fuego, pero el señor no fumaba. El hombre le dio las gracias y volvió a sentarse. El otro señor siguió su camino.
b) - ¿Tiene usted fuego?
- Lo siento, no fumo.
- No importa. Muchas gracias de todas formas.
Coherencia global.
Para que pueda decirse que un enunciado o sucesión de enunciados constituye un texto, tiene que poseer un núcleo informativo fundamental, que es el asunto del que trata. Así, los dos textos anteriores tiene el mismo asunto: “un hombre pide fuego a otro”. Al interpretar un texto, el receptor capta esa unidad de sentido a la que se le subordinan los distintos enunciados que lo integran. Ese núcleo fundamental ha recibido diversos nombres: tópico del discurso, marco de integración global, macroestructura, superestructura temática, etc.
Cuando se rompe la coherencia global del texto, es decir, cuando el conjunto de enunciados carece de tema general capaz de relacionar sus significados parciales, el texto deja de ser comprensible. La comunicación, entonces, no llega a producirse y, en último término, la secuencia de enunciados acaba convirtiéndose en un no-texto como el siguiente:

Había un hombre sentado en un banco con un cigarrillo sin encender en la boca. No he vuelto a ver a tu hermana. Las lluvias torrenciales casi acaban con La Palma y, a partir de la expulsión de Cristiano Ronaldo el Madrid ha empezado a jugar mejor.

Coherencia lineal.
Un segundo nivel lo constituye la coherencia estructural o lineal. Si el texto es suficientemente extenso, el tema aparece articulado en diferentes secuencias de significado (o de ideas), cada una de las cuales adquiere sentido en relación con el significado general. Estas secuencias de significado pueden corresponderse con partes más o menos definidas del texto (capítulos, episodios, párrafos, etc.), mantienen relaciones de significado unas con otras y tienen unidad también en sí mismas, por lo que se pueden descomponer en otras más pequeñas y más concretas. De esta manera, se puede decir que el contenido de texto forma una estructura.
El concepto de Progresión temática es fundamental para la coherencia estructural del texto, está relacionado con la unidad temática y con la estructura del contenido. Cada uno de los enunciados que componen el texto introduce información relacionada con su tema. Podemos llamar tema al conocimiento previo y rema a lo que se pone en relación con el tema; el rema no es propiamente la información nueva, pues ésta surge de la conexión tema-rema.
Definimos tema como ‘aquel contenido o información que asumimos de partida’; a éste añadimos el rema, ‘información adicional’. En oraciones aisladas no es siempre fácil distinguir entre tema y rema, pues habría que estar en la mente del hablante para saber de qué concepto parte como dado. Se puede ver en el siguiente texto:

Cuando se inventó el Estado moderno se inventó también la Administración pública. La encomiable idea de de introducirla trajo consigo un manojo de ventajas. No fue la menor de ellas el acoso al mundo feudal y su estrepitoso derribo.

Este breve texto, que es un fragmento de otro mayor, tiene unidad temática: una posible formulación de su tema sería “Origen de la Administración pública”. Ese tema está presente en los tres enunciados y cada uno de ellos va aportando información adicional (algunos autores hablan de nueva) sobre el tema, de forma que éste progresa:

Enunciado A
Tema: La Administración pública.
Información adicional (o nueva): …se inventó cuando se inventó el Estado moderno.
Enunciado B
Información conocida: la idea de introducir la Administración pública.
Información adicional (o nueva): es encomiable / trajo consigo muchas ventajas.
Enunciado C
Información conocida: Ventajas de la Administración pública.
Información adicional (o nueva): una importante fue el acoso y derribo del mundo feudal.

Para señalar inequívocamente como tema o rema un segmento oracional existen las operaciones lingüísticas de tematización y rematización.
La tematización es la marca de un elemento oracional como tema: los procedimientos de tematización en español son:
- El orden de palabras. El hablante sitúa el tema al comienzo de la oración, por lo que suele coincidir con el sujeto gramatical, aunque cualquier función sintáctica puede llevarse a la izquierda y marcarse como tema, por ejemplo: “A María le gustan las galletas".
C.I.
- Determinados giros sintácticos. Especialmente "en cuanto a", "de", "sobre", "acerca de"...
Para la operación de rematización disponemos de 2 procedimientos:
- La entonación.
- Determinados giros sintácticos.
La rematización aparece siempre como una corrección o rectificación de un elemento previamente formulado, al que consideramos erróneo; como se ve, aunque tratemos de oraciones aisladas, es inevitable suponer un mínimo contexto; y es que estos conceptos son verdaderamente útiles aplicados a unidades de análisis supraoracionales.
En cuanto a la entonación, pensemos en una oración como esta: "Mi hermano vendió el piso". Si quisiéramos rectificar parte del tema de esta oración, utilizaríamos una entonación especial en el nuevo elemento que introducimos: "no, tu hermano alquiló el piso”.
Si utilizamos un giro sintáctico para rematizar tendríamos: "Lo que hizo tu hermano fue alquilar el piso. Los giros más frecuentes son "lo que hizo...fue, fue...el que", etc. Pero donde de verdad son productivos los conceptos de tema y rema es en el análisis textual; aquí no tenemos ya que suponer las representaciones mentales del hablante, sino que tenemos las palabras formuladas con antelación para saber qué es lo nuevo y qué es lo conocido, por lo que es mucho más sencillo reconocerlos. Veamos un ejemplo:
"Juan vive ahora en Las Palmas. Hace poco le cambiaron el lugar de trabajo y eso le causó algún trastorno. Pero finalmente (0) se ha aclimatado a la nueva ciudad".
El tema de la primera oración es "Juan", que reaparece en la segunda mediante la forma "le" coordinada con la tercera también mediante "le"; finalmente la cuarta oración, encabezada por el nexo adversativo "pero", se conecta con las precedentes porque su sujeto gramatical, elíptico, es algo ya dado en el texto, pues la elipsis se corresponde con "le" y con "Juan".
Hay otras relaciones temáticas en el texto: así, "eso" en la tercera oración hace referencia a "hace poco le cambiaron el lugar de trabajo", por lo que es también información ya dada. El concepto de tema en el texto está muy ligado a las relaciones de anáfora y catáfora que veremos más adelante.
Tipos y ejemplos de progresión temática.
El concepto de progresión temática alude a las diversas formas en que se articulan sucesivamente temas y remas en un texto. Las formas más frecuentes son:
a) Progresión temática lineal: el rema de una oración (o una parte de él) se convierte en el tema de la siguiente, por ejemplo:
"Me he comprado un coche y le he puesto un equipo de música que tiene 20 w de potencia”.
b) Progresión con tema constante: el mismo tema aparece en oraciones sucesivas mientras que los remas son diferentes, por ejemplo:
"Mi coche es nuevo; (0) es el más rápido de su categoría, (0) alcanza los 180 Km.".
c) Progresión con temas derivados: suele haber un hipertema, del cual se extraen los temas de cada oración; este hipertema puede ser el rema de una oración anterior, por ejemplo:
"Me he comprado un coche. Su motor es de inyección; su carrocería muy aerodinámica y su precio no es excesivo".

Coherencia local.
Es el tercer nivel de coherencia textual. Entre los distintos enunciados, y también dentro de cada uno de ellos y de sus constituyentes sintácticos, los elementos lingüísticos establecen entre sí relaciones de significado. Estos elementos han de ser coherentes unos con otros si se quiere que el texto pueda ser entendido en todas partes por el oyente o lector, es decir, si se quiere que la comunicación tenga éxito.
La coherencia local se puede perder en casos como los siguientes:
a) Le he vendido el libro a Juan, pero Juan se lo ha comprado a Luis.
b) Puede que sea Lucas quien ha llamado por teléfono, pero no ha llamado a nadie.
c) La última mosca ha leído todos los libros y sabe la hora que es. La última mosca ha agotado todo el repertorio de la cocina burguesa. La última mosca sabe escuchar en las calvas del eco y el rumor de los pensamientos.
En a) se viola una implicación lógica: Yo le he vendido el libro a Juan implica lógicamente Juan me ha comprado el libro a mí.
En b) se viola una presuposición: la primera oración presupone que alguien ha llamado por teléfono, por eso la segunda no tiene sentido.
C) resulta en principio inaceptable porque se hacen afirmaciones que contradicen nuestro conocimiento del mundo: las moscas no leen libros, ni saben qué hora es, ni son capaces de escuchar pensamientos desde las calvas desde las calvas en las que se posan.
Sin embargo, un fragmento de texto como c) puede ser coherente si está insertado dentro de un tipo determinado de texto, por ejemplo: uno literario. Hay situaciones comunicativas que propician un modelo de discurso característico, denominado marco del discurso, en el que funcionan unas leyes de coherencia especiales, distintas de las que rigen el conocimiento del mundo real. Así, un enunciado como “Esto fue lo que le dijo la zorra al cuervo” sería incoherente por no corresponderse con nuestro conocimiento del mundo real (los animales no hablan) y, sin embargo, es perfectamente coherente en el marco de una fábula.

Cohesión textual

Tipos de cohesión.

La cohesión de un texto viene determinada por los marcadores formales de relación entre las partes del mismo. Las relaciones de cohesión más importantes son: referencia (relaciones entre un segmento del discurso y otro que está en el mismo texto o fuera de él), sustitución, elipsis, y relaciones léxicas (por ejemplo: sustitución de palabras pertenecientes a un mismo campo semántico).
Condiciones de la cohesión:
- La cohesión es esencial en la estructuración de un texto, aunque por sí misma no constituye el mismo. Todo texto viene determinado por la cohesión interna y la externa. La estructura semántica externa e interna y la estructura formal son lo que crean "el todo" del texto.
La cohesión oracional:
- La cohesión léxica: se puede dar mediante: repetición léxica, sustitución sinonímica, relaciones semánticas entre términos (hiperónimos, antónimos, derivados - "la zapatería donde compro mis zapatos" -, proformas o asociaciones).
- Los relacionantes: es la cohesión mediante proformas: por ejemplo, la sustitución mediante pronombres (elementos sustitutorios que evitan la repetición del nombre: "Juan las compró".).
- Otros elementos de cohesión: los artículos, los correlativos y distributivos (unos...otros...), y los elementos pragmáticos o del contexto de la situación comunicativa.
Estructuras
Una forma estructural de cohesión sería ésta:
- Petición de opinión.
- Opinión.
- Petición de explicación.
- Explicación.
- Conclusión.
- Más explicación.
- Nueva explicación.
Estructuras supraoracionales :
Los párrafos: son marcadores formales de la estructura del texto. Son utilizados por el escritor para indicar los distintos cambios del tema. No son unidades fijas ni sujetas a reglas, ni lingüísticas ni textuales, quedando al arbitrio personal de quien las escribe. Suelen ir marcados por locuciones o expresiones que funcionan en el texto como marcadores textuales entre las partes.
Los paratonos: su valor en el texto hablado es semejante al de los párrafos en el texto escrito. Los criterios en los que se desarrollan son de tipo fonético: la entonación, la intensidad, las pausas...
Conectores y marcas de organización
Formas fundamentales. La cohesión se da mediante el empleo de los conectores supraoracionales, conjunciones, adverbios y locuciones conjuntivas y adverbiales:
- La conjunción, elemento de conexión lógica que formalmente coordina o subordina.
- La disyunción: tiene valor exclusivo cuando solo un enunciado se realiza; el valor es inclusivo cuando los dos resultados se presentan como alternativas posibles. La disposición disyuntiva asimétrica equivale a un condicional con el antecedente negado.
- Contraste: expresa contradicción a lo que se espera de manera lógica.
- La relación causal o lógica entre dos ideas, de las cuales una es el motivo u origen de la otra.
- La relación de consecuencia: /a/ es consecuencia de /b/.
- La finalidad: relación causa ==> finalidad.
- Relación de condición: se presenta como condicional real o hipotética (como en las oraciones condicionales).
- Relación de concesión (como en las oraciones concesivas).
Funciones textuales y sus marcadores:
Aclaración, adición (es más, además), advertencia (cuidado con...), afirmación (evidentemente...), cierre discursivo (en fin...), apertura discursiva (bueno, pues, el panorama se presenta así...), aprobación (está claro...).
En todas las lenguas existen procedimientos especiales para la constitución de textos. Estos presentan una organización que los hace inteligibles, una cohesión, elegida por el escritor / hablante.
Cuando observamos un texto nos damos cuenta de que algunas de las oraciones que lo integran no podrían aparecer aisladamente. Este fenómeno ha sido obviado por la gramática tradicional porque sobrepasaba los límites de la oración. La moderna gramática del texto reivindica su estudio.

Propiedades del texto: coherencia y cohesión.
Aunque no son las únicas propiedades esenciales del texto (también existe la intencionalidad, la situacionalidad...), son las que se refieren más directamente a su estructura interna. Aunque a menudo son conceptos que aparecen juntos no hay que equivocarlos: la cohesión incluye aspectos sintácticos, la coherencia semánticos. La cohesión es un elemento de la gramática superficial y la coherencia de la gramática profunda. La coherencia es uno más de los elementos que integran el saber elocucional o la congruencia. Cohesión, sin embargo, estaría constituida por el conjunto de todos aquellos procedimientos lingüísticos que indican relaciones entre los elementos de un texto. Esta característica proporciona trabazón entre los constituyentes del texto, pero no garantiza por sí sola la coherencia del texto.
A la cohesión de un texto contribuyen múltiples y variados procedimientos, como la recurrencia (total o parcial) de elementos o estructuras, la paráfrasis, la sustitución, la elipsis, así como los tiempos verbales, el aspecto, los marcadores u operadores discursivos y, en el caso de los textos orales, la entonación.
En definitiva, la coherencia se refiere al contenido global y es la propiedad por la que todas las partes del texto aportan un mensaje unitario.
La cohesión se refiere al modo en que está construido el texto. Es resultado de las relaciones que vinculan unos elementos a otros, formando frases, oraciones o enunciados en el conjunto del discurso.

Procedimientos de cohesión textual.

La recurrencia.
Es la repetición de un elemento del texto en el texto mismo y se considera como uno de los procedimientos fundamentales de cohesión textual. Existen distintos tipos:
- Mera recurrencia léxica. Se repite un elemento léxico en su identidad material y semántica.
Había un hombre sospechoso en la puerta. El hombre llevaba gabardina y sombrero.
- Repetición léxica sinonímica. Se reitera el significado de un elemento utilizando un sinónimo léxico. Son raros los casos de sinónimos totales.
Había algunas estatuas en el jardín. Eran esculturas modernas.
- Antonimia: relación entre palabras del texto que tiene dos significados opuestos, por ejemplo:
Su padre tenía una casa grande. Él prefería una pequeña.
- Repetición léxica de lo designado. Se produce identidad referencial o coincidencia en la designación extralingüística (correferencia): balón, esférico, pelota, cuero...
- Mediante hiperónimos, que son aquellas palabras cuyo significado engloba el de otra u otras, por ejemplo:
Llevaba unas rosas en la mano. Dejó las flores en un jarrón y se acercó.
- Mediante hipónimos, que a veces, para referirse a algo que ya ha aparecido antes, se evita utilizar la misma palabra. Se recurre entonces a otra cuyo significado incluye el de la sustituida, por ejemplo:
Este calzado me aprieta. Voy a tener que cambiar de zapatos.

La recurrencia suele ir asociada a determinadas piezas lingüísticas con valor anafórico o catafórico: el artículo, los demostrativos, elementos como tal, semejante, tanto...
El artículo que posee relevancia cohesiva es el denominado "uso anafórico asociativo" basado en el conocimiento general del mundo y en el hecho de compartir unos mismos presupuestos culturales: Había un naranjo en el patio. Tenía las ramas secas.
En la anáfora asociativa anterior se comportan de forma diferente el artículo determinado y los demostrativos: He encontrado un libro antiguo; tenía las hojas deterioradas. *He encontrado un libro antiguo; tenía estas (unas) hojas deterioradas.
La sustitución.
Consiste en la reiteración de una determinada unidad del texto mediante empleo de proformas de contenido muy general, especializadas en esta función sustitutoria. Se distinguen entre proformas léxicas, pronombres y pro-adverbios.
Proformas léxicas
son lexemas especializados en la sustitución. Pueden tener un valor nominal (palabras baúl) o un valor verbal (verbo hacer, etc.). El verbo hacer puede emplearse también con función catafórica: "¿Qué hace? Leer". Sólo sustituye a verbos que significan acción pero no a los verbos caracterizados con el significado de estado.
Los hiperónimos son otro caso de sustitución léxica.
Pronombres personales. Sólo los de tercera persona pueden considerarse sustitutos textuales, es decir, sustitutos de elementos ya aparecidos. "Ayer llegaron Elisa y Luis. Él estaba contento, ella no". Las formas él y ella anteriores cumplen una función endofórica: remiten a unidades del texto. A veces pueden referirse a unidades que están fuera del texto; serían unidades exofóricas: "Él dice que no".
Los pronombres personales de primera y segunda persona se usan siempre con función exofórica, por lo que sólo se consideran sustitutos textuales los de tercera persona.
También poseen función sustitutiva textual los reflexivos, recíprocos, relativos, indefinidos, posesivos y demostrativos.
Pueden darse casos de sustitución catafórica: "La solución es ésta: te encargas tú".
Proadverbios son aquellas formas que pueden emplearse para sustituir unidades lingüísticas del texto con función de complemento circunstancial, por ejemplo: "Los encontramos en el monte. Allí estaba también Lola." El uso exofórico carece de relevancia textual, pues nunca sustituye texto sino contexto.

La elipsis.
El término elipsis designa un conjunto de fenómenos lingüísticos bastante heterogéneos. Se puede definir como "figura de construcción" que consiste en omitir ciertos elementos en una unidad lingüística, sin que por ello los destinatarios dejen de comprenderla. Existen varios tipos de elipsis:
La elipsis nominal.
Se da dentro de los límites del sintagma nominal. En el SN elíptico no se expresa el núcleo, y el sintagma queda representado por los restantes modificadores: "Hoy vienen los alumnos de tercero; mañana los de segundo".
El SN elíptico ha de disponer, en el contexto verbal o en el de situación, de la información precisa para llenar la laguna; por lo general la información está presente en el SN precedente. Si este otro SN estuviera en una oración distinta, la elipsis sería cohesiva. Generalmente, en la elipsis, aparece el núcleo nominal, pero se dan casos como el que sigue: "Tengo dos relojes digitales de cuarzo que me han traído. Te regalo uno".
A veces la selección de elementos retomados del sintagma antecedente por el sintagma elíptico depende también de factores extralingüísticos. Por ejemplo en "No, gracias; ya tengo yo otro", se observa una escala de preferencias a la hora de retomar algún elemento no nuclear del antecedente, escala que seguiría el siguiente orden de mayor a menor probabilidad de ser retomado: modificador restrictivo (sintagma preposicional), adjetivo, cuantificador.
Todo SN elíptico contiene algo de información nueva que es justamente en lo que se diferencia de su antecedente. A veces el énfasis fónico puede orientar el rechazo de un elemento del SN antecedente: - "Te fumaste veinte cigarrillos”.
- “Me fumé diez".

La elipsis comparativa.
Se establece generalmente omitiendo el término de la comparación, que enlaza cohesivamente con un segmento precedente para su adecuada interpretación. Siempre, por tanto, que en una estructura comparativa se omite el término de comparación por aparecer éste en el contexto verbal, se entabla un lazo cohesivo.
La elipsis verbal.
Existe elipsis verbal cuando el lugar que en una construcción corresponde a una forma verbal, sola o acompañada de adyacentes, está vacío por presuponerse en el contexto verbal o situacional. Si como contexto actúa una oración contigua, normalmente, la precedente, la elipsis tiene carácter cohesivo. Se pueden dar los siguientes tipos de elipsis verbal:
- Vaciado y reducción de coordinada. Aparecen en casos de coordinación, por lo que deben ser considerados fenómenos estrictamente oracionales. Engloban todas aquellas oraciones que presentan como características la elisión del núcleo verbal y la realización léxica por lo menos de uno de sus complementos:
María estudia ruso desde 2007 y Pedro inglés desde 2005.
- Vaciado.
María estudia ruso desde 2007 y Pedro desde 2005.
- Reducción.
Los rasgos flexivos del verbo han de ser deducidos del contexto verbal. Mientras que las características temporales del verbo elidido parecen quedar limitadas a las que presente el antecedente, los rasgos de persona y número admiten cambios con respecto a aquel.
- Elisión del SV con partícula de polaridad. Se superna los límites de la oración y se convierte la elisión en un fenómeno de ámbito textual como en: Luisa no tiene la culpa. Yo tampoco.
- La partícula de polaridad, si es afirmativa o negativa, está constituida por una forma adverbial relacionada con el predicado anterior. Destacan también, tampoco, sí, no.

La deixis.
La palabra "deixis" (término procedente del griego que significa "mostrar", "señalar) designa la propiedad que tienen algunos elementos de las lenguas de remitir al espacio, tiempo y personas que enmarcan un acto concreto de comunicación.
Llamamos deíctica a la forma lingüística que remite al contexto extralingüístico que engloba el acto de la enunciación. Una de las funciones de los deícticos consiste en "anclar" el texto en su contexto: mediante los deícticos el texto se implica con un contexto concreto.
Los deícticos tienen siempre un significado ocasional. Sólo significan plenamente cuando están actualizados en una situación de discurso.
Algunos autores utilizan el término deixis para referirse a los elementos lingüísticos que señalan a otros elementos lingüísticos dentro de un texto; dan a la deixis un alcance amplio que engloba a la anáfora y catáfora, y distinguen deixis textual y extratextual. Otros distinguen deixis (unidades lingüísticas que remiten al contexto extralingüístico) de anáfora y catáfora (elementos que remiten a otras unidades del texto, al contexto).
- Deixis de persona. Se realiza con elementos nominales (pronombres personales, pronombres posesivos) y con elementos verbales (morfemas de persona del verbo).
El pronombre personal de 3ª persona puede ser deíctico o anafórico; es anafórico en "Ayer llegaron Luis y Elisa; él está muy contento de volver". Es deíctico en "Él dice que no".
- Deixis de espacio. Mediante esta deixis se hace referencia a lugares en relación a su distancia a uno de los protagonistas del acto comunicativo: hay elementos que designan el lugar de yo ("aquí", "este"); elementos que designan el lugar de tú ("ahí", "ese") y elementos que designan un lugar tomando como referencia la 3ª persona él, ("allí", "aquel").
Como vemos las clases de palabras que desempeñan esta función deíctica espacial son los demostrativos (que también pueden ser anafóricos o catafóricos) y los adverbios de lugar (anafóricos y catafóricos).
- Deixis de tiempo. Mediante los deícticos temporales situamos lo descrito en el discurso con relación al tiempo en que tiene lugar el acto comunicativo; los deícticos nos permiten en este caso precisar si los hechos relatados en el texto son anteriores, simultáneos o posteriores al momento de la enunciación.
Los elementos lingüísticos que expresan estas relaciones son:
- Adverbios de tiempo como "hoy, ahora, ayer".
- Los verbos, mediante la categoría gramatical de tiempo; así los tres tiempos absolutos son deícticos: presente, pasado y futuro. Los tiempos relativos sitúan la acción con relación a un punto temporal que a su vez se relaciona con el momento de la enunciación.
Anáfora y catáfora.
Estos términos, englobados en el concepto más general de foricidad, aluden a las relaciones existentes entre elementos del texto. En la anáfora, la relación se mantiene entre un elemento del texto y otro formulado anteriormente. En la catáfora, el elemento con significado ocasional precede en el discurso lineal al elemento al que hace referencia, por ejemplo: "Mercedes le dijo a Pedro que volviera", "Juan se ha comprado un coche y no lo ha pagado".
Podemos clasificar los elementos anafóricos / catafóricos de las lenguas de la siguiente forma:
- Proformas gramaticales.
Se llaman así a los elementos especializados en la función de sustituto. Entre ellos están:
. La elipsis. Se trata de una forma especial de sustitución, en la cual el sustituto es (0). "Tengo un coche y tú no (0)".
. Los pronombres. Palabras especializadas en sustituir al nombre o a segmentos mayores. Los pronombres personales de 3ª persona son anafórico/catafóricos, aunque también pueden actuar como deícticos, cuando señalan al contexto extraverbal. Son anafóricos en: "A su hijo, lo crié", catafóricos "Le dije a su madre". El pronombre reflexivo "se", por ejemplo: "María se lava". Los pronombres demostrativos. Son primariamente deícticos, pero pueden desempeñar también funciones de anáfora y catáfora. Los neutros sustituyen oraciones. "Pedro y Juan son distintos, esto es...". Pronombres relativos: "El libro que...". Posesivos de 3ª persona (los de 1ª y 2ª tienen función deíctica). "He visto a Juan, su cara....". Pronombres indefinidos: "todos" puede actuar como anafórico o catafórico. "Todos estaban allí: su padre, su madre...". "Había varios señores, algunos no....". Los interrogativos son catafóricos: entablan una relación textual con un elemento que les sigue en el discurso. "Quién ha venido. Juan."
. Los proadverbios. Especializados en sustituir a adverbios o a complementos circunstanciales. Al igual que los demostrativos son elementos primariamente deícticos, pero pueden dirigir su señalamiento a elementos intratextuales. Los proadverbios de lugar se identifican con adverbios y complementos circunstanciales de lugar, como en: "Juan vive en el campo; dice que allí".
. Los artículos determinado e indeterminado. Las formas del artículo determinado se adjuntan a un sustantivo ya conocido, mencionado previamente por lo que tiene valor anafórico, al remitir a un elemento textual previo. Las formas del artículo indeterminado acompañan a un sustantivo al cual se hará mención posteriormente en el texto. Tienen pues valor catafórico: "Ayer llegó un turista.
El turista...."
- Proformas léxicas.
Se llaman con este nombre a los elementos con significado léxico que actúan como sustitutos de otras unidades léxicas.
Hay elementos especializados en sustituir a sustantivos:
. Los sustantivos con el rasgo (+ humano) pueden reproducirse con la forma léxica "persona", por ejemplo: "Pedro y Juan, cualquier persona..."
* . Los sustantivos con el rasgo (- humano) pueden sustituirse por "cosa", por ejemplo: “Compra caramelos o chicles, cualquier cosa…”
*• Otros elementos léxicos sustituyen a verbos. Aquellos verbos con el rasgo semántico (+ acción), se sustituyen por "hacer"; los que tienen el rasgo (+ estado o proceso) se sustituyen por "pasar o suceder".

* Estas palabras comodín no las recomiendo (espero que no las empleen. En caso de emplearlas, se puede hacer como último remedio en el caso de que estén “muy apurados”). Como ya saben, son aquellas que se usan para definir muchas cosas y su significado es poco exacto. Muestra que la persona que las utiliza posee un vocabulario limitado y están encuadradas en el nivel vulgar de la lengua.

Marcadores textuales que dan cohesión al texto.

Causa - efecto y contraste (para contraponer, matizar o argumentar en contra):
A diferencia de, no obstante, en oposición a, en cambio, contrariamente, porque, ya que, puesto que, debido a que, a raíz de que, por eso, por ello, de ahí que, por esta causa, por lo dicho, por esta razón, por contraste, a pesar de eso, a pesar de que, por el contrario, al contrario, en contra de lo anterior, hay que tener en cuenta, sin embargo, en contraposición, aún así, en oposición, a pesar de lo dicho, más bien, por otra parte, al mismo tiempo, aun con todo, si bien, pese a que, aún cuando, aunque, empero, etc.
Finalidad: para, con el propósito de, con la finalidad de, con el objetivo de, a fin de, en procura de, a efecto de, amén de, etc.
Ampliación: Añadamos a esto, además, y/e, o (con valor de copulativo), de la misma manera, paralelamente, conjuntamente, etc.
Tiempo: Antes, anteriormente, días atrás, la víspera, después, posteriormente, a continuación, luego, más tarde, ahora, ya, hasta ahora, de este mismo modo, actualmente, mientras, mientras tanto, cuando, simultáneamente, en tanto, tiempo después, pasando un tiempo, en poco tiempo, al principio, pronto, entonces, en esa época, en el pasado, finalmente, etc.
Espacio: Aquí, allí, allá, ahí, al lado, cerca, en la cercanía, junto a, detrás, enfrente, lejos, más lejos, arriba, abajo, al costado, en este lugar, donde, debajo, dentro, encima, en otros lugares, en la parte posterior, a la derecha, etc.
Condición: Si, siempre y cuando, en caso que, siempre que, con la condición de que, toda vez que, etc.
Concesión (para admitir algo): Sin duda, naturalmente, admito que, aunque esto puede ser, seguramente, por supuesto que, reconozco que, con seguridad, cierto que, admitiendo, etc.
Manera o modo: Así, de modo como, conforme a, tal como, de la manera como, a diferencia de, según, etc.
Ejemplificación: Así, de este modo, en otras palabras, es decir, esto es, con otras palabras, de esta manera, del mismo modo, por ejemplo, para ejemplificar, o sea, lo que quiere decir, de forma semejante, así como …así…, asimismo, de igual forma, igualmente, etc.
Orden: En primer lugar, previamente, a continuación, anteriormente, luego, a posteriori, a priori, más adelante, etc.
Conclusión: Finalmente, por tanto, para resumir, brevemente, entonces, en síntesis, por último, en definitiva, para terminar, para concluir, para acabar, para finalizar, sintetizando, así, en conclusión, abreviando, en resumidas cuentas, etc.

3 comentarios:

  1. Celebro la claridad con que se expone este tema (¡sí que hace gala de coherencia y cohesión!), pues a menudo a los estudiantes les parece fastidioso, sobre todo si se maneja sólo por categorizaciones, definiciones y ejemplos interminables. Nada como la práctica sobre la marcha en textos propios. Por el contrario, el docente sí debe tener bien definido con qué recursos cuenta, y ser a su vez un escritor activo que lee, relee, revisa y adecua sus producciones.

    ResponderEliminar
  2. Gracias por compartir esta información. Me ha sido de gran ayuda para aclarar muchos conceptos.

    ResponderEliminar